En medio de gigantescas montañas y edificios rocosos se abre paso el río Combeima, nacido en el Nevado del Tolima y que forma en su recorrido una de las grandes maravillas naturales de Colombia: el Cañón del Combeima.

El lugar es más que una zona para realizar los planes de fin de semana. Se trata del punto de entrada al Parque Nacional Natural Los Nevados: un ecosistema que nos corresponde ayudar a preservar.

En total, 18 kilómetros separan el inicio en La Vega, del corregimiento de Juntas, punto donde se inicia el ascenso hacia la alta montaña, a más de 2 mil metros sobre el nivel del mar; y por donde ingresan los montañistas que buscan realizar alguna de las rutas hacia el Nevado.

A lo largo de este trayecto, el visitante puede apreciar veredas y corregimientos que, especialmente en fines de semana, ofrecen variedad de atractivos y planes a ibaguereños y visitantes.

El Cañón es considerado una zona de amortiguación del Parque Los Nevados, en este caso del Nevado del Tolima, conocido también como la Montaña Dulima, elevación visible desde corregimientos como Villa Restrepo. Pero es también, y ante todo un lugar lleno de biodiversidad, con una riqueza natural incalculable. Q’HUBO hizo un recorrido por el lugar para contarle algunas de las maravillas de este sitio, así como sus problemáticas, proyectos y el tipo de turismo que usted puede encontrar allí.

Historia y desarrollo

Según lo relatado por Ángel Alberto Lozano, conocido como el Guardián Mayor del Cañón, la historia de los primeros pobladores del lugar se remonta al siglo XIX, durante la colonización paisa. En ese entonces llegó procedente de Santa Rosa de Osos, Martin Restrepo, su bisabuelo, quien compró la Hacienda Tolima, un predio de 27 mil 400 hectáreas que se extendía desde lo que hoy se conoce como Llanitos, hasta el Páramo de Romerales, en el camino hacia el Nevado.

Restrepo empezó a traer trabajadores de otras regiones del país. Por ese entonces, la casa principal de la hacienda estaba ubicada en lo que hoy es Pastales, el actual predio ‘Casa de Balcón’, una vivienda construida en adobe. El corregimiento de Villa Restrepo, que debe su nombre al patriarca de origen paisa, era en esa época el trapiche de la hacienda. El hombre vivió allí hasta su muerte, y posterior a ella continuó el desarrollo agrícola del lugar, incluido un periodo violento que cobró la vida de varios trabajadores.

“En 1917, Camilo Londoño, casado con mi prima Natalia Restrepo, notó que un ganado se le había perdido, pero resultó en la parte alta de El Silencio. A Camilo se le hizo extraño que en una parte se levantara neblina, ya que hacía sol. Se dio cuenta de que lo que salía eran las aguas termominerales del rancho y le pidió a mi bisabuelo que le dejara la parte de arriba. Con el tiempo hizo una piscina y comenzó a invitar gente del exterior”. Desde entonces, inició lo que con el tiempo sería una de las actividades más populares en la zona: ir a los Termales del Rancho, aunque desde hace unos años ese servicio no está funcionando, por temas de control ambiental.

Según Lozano, ese se convirtió en un sitio de visita tradicional para muchas familias de Ibagué, quienes llegaban directamente al Rancho, y aún los habitantes de Juntas esperan que en algún momento la voluntad política y la conciencia de cuidado y respeto de los visitantes permitan que el sitio abra sus puertas de nuevo.

Una tragedia recordada

El 29 de junio de 1959, durante la celebración del primer Festival Folclórico Colombiano, asistieron muchas personas a Juntas para sumarse a las celebraciones. Por ese entonces, el poblado estaba localizado sobre la orilla del río. Infortunadamente esa noche se produjo una tempestad en la parte alta del afluente, que bajó embravecido y provocó una avalancha descomunal, arrasando con el corregimiento y con hectáreas enteras de cultivos; y provocando además desastres más abajo, en barrios de Ibagué como Combeima, san José y Baltazar. El número de muertos se calculó en más de 400.

Esta tragedia se recuerda aún como la peor de Ibagué y durante muchos días se rescataron cuerpos de entre el barro. La dimensión del desastre fue tal, que medios nacionales e internacionales captaron imágenes. Después del hecho, el poblado de Juntas tuvo que ser reconstruido donde actualmente está ubicado: a un lado de la vía.

De acuerdo con el Guardián del Cañón, esta problemática aún está vigente por la sobrepoblación a la que ha llegado la zona, en especial lugares a orillas del río, donde se ha ido construyendo sin prever posibles desastres naturales. En sus palabras, cuando personas le sugieren que les gustaría hacerse a un predio en alguna vereda del Cañón, su respuesta es: “Aquí no hay cama para tanta gente. Somos los suficientes y somos los que tenemos que hacer el trabajo mancomunado”.

Consigna: preservar el medio ambiente

Sobre el kilómetro 22 de la vía al Nevado, a unos minutos de Juntas por la carretera destapada que conduce al Silencio, y cruzando un teleférico, está ubicada la Finca La Rivera, la primera reserva natural de la sociedad civil en el Cañón del Combeima. Un hermoso complejo de 157 hectáreas, de las cuales 105 están destinadas a la conservación del bosque nativo; y donde visitantes de la región y de otros lugares del país, e inclusive turistas extranjeros, encuentran un espacio de desconexión y contacto con la naturaleza, de forma 100% amigable con el medio ambiente.

Juan Felipe Valbuena es uno de los propietarios del lugar. El empresario pertenece a la tercera generación de la familia, pues su abuelo, José Pacifico Valbuena, adquirió el predio en la década de 1930, al llegar al lugar, proveniente de Boyacá, huyendo de la violencia. A partir de entonces, la familia se estableció en la finca, pero años más tarde, de nuevo la violencia les obligó a dejar el predio abandonado, hasta que hace unos cuantos años pudieron regresar y tomaron la iniciativa de convertirlo en una reserva natural turística.

La Rivera es un sitio idílico, no solo por la tranquilidad y la hermosura del paisaje, sino también porque sus propietarios se han encargado de reforestar la zona, de la cual buena parte había quedado en potreros, por las actividades ganadera y agrícola intensivas, y se ha permitido el avance de los colchones naturales de vegetación, que favorecen el crecimiento de las palmas de cera que han sido sembradas.

El sitio cuenta con modernas cabañas ecológicas que ofrecen gran confort, pero también permite hacer visitas guiadas hacia la zona del río, conocer las granjas, apreciar avestruces, patos, invernaderos, recorrer el entorno natural y hasta disfrutar de buen cine, teatro, circo o música en vivo los fines de semana. También hay una casa de la memoria, ubicada en la parte alta de la finca, primer sitio donde se estableció la familia, y que contiene un stencil sobre la memoria del conflicto armado en el país.

Es de resaltar, que en el lugar reciclan gran parte del agua que se usa, para minimizar el impacto sobre el río, que cuenta con paneles solares y se adelantan proyectos que buscan la recuperación del entorno natural.

  1. Turismo Gastronómico

Villa Restrepo es uno de los lugares a los que los visitantes acuden con la intención de degustar una buena almojábana, dada la fama del queso que allí se vende. Sitios emblemáticos de la ciudad como Jusso’s o Lepandeyuqué ya cuentan con locales en el corregimiento. José Orlando Pérez, propietario de Lepandeyuqué, habitante del Cañón y presidente de la vereda Puerto Perú, afirma: “Este es uno de nuestros proyectos, es una manera de generar un aporte a la región, necesitamos trabajar en equipo. Somos un lugar con estilo, que maneja café de calidad. Es la retoma de recetas ancestrales de productos típicos como pandeyucas, avena, almojábanas y bizcochuelos”. Todos son productos preparados en el Cañón, o producidos por agricultores de la zona. Le Pandeyuqué es una experiencia que remonta a la familia y a la infancia.

¿Y qué tal una buena aguadepanela con queso, o un yogur, o los postres de cualquier cantidad de sabores? Esta oferta es posible encontrarla a lo largo de veredas como Juntas, Villa Restrepo, Pastales, Llanitos o Tres Esquinas.

 

2.Memoria y confort

Juntas permite la experiencia de visitar el Museo Veredal, abierto al público por el Guardián del Cañón. Joyas, jarrones, aparatos, muebles, esculturas precolombinas, tocadores, licoreras, carteras, planchas, billetes antiguos y una enorme cantidad de elementos sorprenden al visitante, que no sabe a donde mirar, por la cantidad de reliquias que alberga el sitio. En el predio de Angel Alberto también funciona un hostal para familias, que ofrece una gran sencillez y confort, además de disfrutar del maravilloso clima.

Y si de confort se trata, está el hotel Iguaima, un complejo con cabañas de lujo, ubicado en el kilómetro 16 de la vía. El sitio, de una gran belleza cuenta con restaurante, bar, jardín y actividades como el senderismo. Recientemente fueron instaladas en el lugar unas piezas artísticas, alusivas al folclor ibaguereño. Todo ello a borde de carretera, para las personas que desean hacer turismo muy cerca de la ciudad.

3.Activación cultural

Mientras avanza la rehabilitación de la calzada en la vía Villa Restrepo- Juntas, en este último corregimiento fue entregada recientemente por la Alcaldía, la remodelada biblioteca Combayma, dotada de un árbol solar, mesas de juego, jardin, zona wifi, bici estación, y desde luego, gran cantidad de textos para los niños.

El evento contó con actividades artísticas, como parte de la activación cultural. Música, danza y teatro, a cargo del grupo La Fábrica, liderado por el actor y director ibaguereño Camilo Hernández, con la obra ‘El Caballero de la Armadura Oxidada’. Se trata de una pieza entretenida y con un bonito mensaje para los niños y las familias asistentes. Integrantes de la Corporación Tarka también intervinieron en este bello espectáculo teatral.

TOME NOTA

Para dirigirse al Cañón del Combeima desde Ibagué, puede tomar la ruta 48, en la carrera Primera con calle 13, o en este mismo sitio, a lo largo del día, hay servicio de jeeps que se dirigen hacia esta zona del municipio.

CIFRAS

  • 15.000 personas es el estimado de habitantes del Cañón del Combeima.
  • 95% del agua que abastece a Ibagué proviene de esta zona.