Un estudio realizado con 10 pacientes y publicado en la revista Molecular Psychiatry, arrojó datos interesantes a los investigadores de “UTHealth Houston” en Texas, quienes fueron capaces de localizar el punto donde los estimuladores cerebrales podrían marcar una diferencia real para pacientes que sufren de cuadros de depresión.

La estimulación cerebral profunda (DBS, por sus siglas en inglés) resultó en cambios metabólicos en el cerebro durante los 12 meses posteriores a la implantación del dispositivo, lo que lo convierte en una terapia potencialmente ganadora para esta enfermedad.

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Uno de los autores del estudio, el doctor Christopher Conner —ex residente de neurocirugía en UT-Houston y actual miembro de la Universidad de Toronto— aseguró que “muestra que estamos alterando el funcionamiento del cerebro a largo plazo y estamos comenzando a cambiar la forma en que el cerebro comienza a organizarse y a procesar información y datos”.

Estimulación cerebral para la depresión

Durante muchos años la estimulación cerebral profunda ha sido utilizada para tratar pacientes que sufren de trastornos como el Parkinson, pero también se ha empleado y estudiado como un posible tratamiento para pacientes con depresión.

En la estimulación cerebral profunda electrodos son implantados en ciertas áreas del cerebro donde tienen la capacidad de generan impulsos eléctricos que afecten positivamente la actividad cerebral. Sin embargo, lograr encontrar qué parte del cerebro exactamente necesita ser estimulada para tratar la depresión a largo plazo ha sido un gran desafío.

Este nuevo método empleado por el equipo investigador se dirige a la rama supero lateral del paquete del prosencéfalo medial que está vinculado con lo que se conoce como la recompensa y la motivación. “Nos dirigimos a un conjunto de fibras que salen de esta pequeña área en el tronco encefálico para viajar a otras áreas del cerebro”, aseguró Conner. “No es un efecto único porque no hay una sola área del cerebro vinculada a la depresión”.

Los investigadores realizaron una exploración PET inicial antes del procedimiento de estimulación cerebral profunda en los 10 pacientes que participaron en el estudio con el fin de poder obtener una imagen de referencia. Eventualmente se realizaron investigaciones PET adicionales a los seis y a los 12 meses para evaluar los cambios después del tratamiento.

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João de Quevedo, PhD y profesor del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Escuela de Medicina McGovern, y también coautor de la investigación, aseguró que “en correlación con los cambios en la imagen PET obtenidas, nuestros pacientes informaron que su depresión disminuyó después del tratamiento”.

Estos resultados son un avance importante en los tratamientos clínicos para la depresión y seguro las evidencias obtenidas a la fecha servirán al equipo investigador para continuar con su desarrollo.