
La época de Navidad es perfecta para promover la unión familiar y recordar la importancia de atraer cosas positivas. Además, es propicia para enseñar valores a los más pequeños y buscar formas didácticas y agradables de transmitirlos.
Los cuentos son una alternativa interesante para dejarles una enseñanza mientras ponen a volar su imaginación y se divierten. Es por esto que le mostramos algunas narraciones que pueden ayudarle para leerlas antes de dormir o en tiempos libres.
Cuentos cortos de Navidad para niños
La bola de nieve mágica:
En un pequeño pueblo cubierto de nieve, vivía un niño llamado Lucas. Era muy bueno construyendo muñecos de nieve, pero no tenía con quién jugar. Un día, mientras paseaba por el bosque nevado, encontró una bola de nieve muy brillante. Al tocarla, sintió un calorcito que lo sorprendió.
– ¡Qué bola de nieve tan extraña! – exclamó Lucas.
De repente, la bola empezó a brillar más intensamente y de ella salió un pequeño duende con una sonrisa radiante.
– ¡Hola, Lucas! Soy Brillo, el duende de la nieve. Y esa bola mágica que encontraste tiene un poder muy especial: puede hacer realidad cualquier deseo.
Lucas se quedó boquiabierto. ¡Un duende y una bola mágica! No podía creerlo. Pensó un momento y luego dijo:
– Me gustaría tener muchos amigos con los que jugar en la nieve.
Brillo sonrió y le dijo:
– ¡Claro que sí! Pero recuerda, la verdadera magia está en compartir.
Al día siguiente, Lucas se despertó muy emocionado. Cuando salió a la calle, se encontró con que todos los niños del pueblo estaban jugando en la nieve. Lo invitaron a unirse a ellos y juntos construyeron un gran muñeco de nieve.
Lucas se dio cuenta de que no necesitaba un deseo mágico para tener amigos. Solo tenía que ser amable y compartir sus juguetes. Y así, gracias a la bola de nieve mágica y a la ayuda de Brillo, Lucas aprendió el verdadero valor de la amistad.
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El pequeño reno sin cuernos
En el Polo Norte, vivía un pequeño reno llamado Brillo. A diferencia de sus amigos, Brillo no tenía cuernos. Se sentía diferente y se preguntaba si alguna vez podría ayudar a Santa a entregar los regalos.
Cada año, los renos se preparaban con entusiasmo para la gran noche. Entrenaban su velocidad, perfeccionaban sus saltos y se enorgullecían de sus cuernos, tan útiles para abrir camino entre la nieve. Brillo, sin embargo, se quedaba al margen, observando con tristeza.
Una noche, mientras contemplaba las estrellas, Brillo le preguntó a Santa: “¿Por qué no tengo cuernos? ¿Podré alguna vez ayudarte?”
Santa, con una sonrisa cálida, le respondió: “Brillo, los cuernos no son lo más importante. Lo que cuenta es tu corazón. Tú tienes un corazón lleno de alegría y entusiasmo, y eso es lo que hace que seas especial. Además, tienes una nariz muy brillante que ilumina el camino en las noches más oscuras”.
La noche de Navidad llegó, y Santa necesitaba a todos sus renos. Brillo, aunque nervioso, se unió al grupo. Durante el viaje, los otros renos se burlaban de él por no tener cuernos. Pero Brillo no se desanimó. Con su nariz brillando intensamente, guiaba a los demás a través de las densas nubes.
Cuando llegaron a una casa pequeña y oscura, los otros renos no pudieron encontrar la chimenea. Brillo, sin dudarlo, utilizó su nariz para iluminar el camino y encontrar la entrada perfecta. Al entregar los regalos, los niños se maravillaron de la brillante nariz del pequeño reno.
Desde ese día, Brillo se dio cuenta de que su fe en sí mismo y en Santa era más importante que cualquier cuerno. Y así, año tras año, Brillo siguió ayudando a Santa a llevar alegría a los niños de todo el mundo, demostrando que la verdadera magia está en el corazón.
¿De dónde viene la palabra Navidad?
Según la Real Academia Españolea (RAE), esta procede del latín ‘nativitas, -atis’, que significa ‘nacimiento’ y evoca precisamente el nacimiento de Jesucristo, como lo narra la Biblia.
*Este artículo fue redactado y curado por un redactor profesional. Algún porcentaje de su contenido fue hecho con la ayuda de una inteligencia artificial.
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