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Este artículo fue curado por pulzo   Ago 22, 2025 - 6:30 pm
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La Administración Municipal ha presentado un ambicioso proyecto para transformar el parque de entrada a La Enea, ubicado junto a la avenida Cumanday y el CAI (Centro de Atención Inmediata), en el denominado “Parque de las Mascotas”. Esta iniciativa contempla la creación de nuevas infraestructuras, incluyendo áreas recreativas para niños, zonas especiales para familias y espacios destinados específicamente a las mascotas. Sin embargo, la propuesta ha generado una significativa polémica social, en gran parte debido a la ausencia de consultas previas a las comunidades y por las preocupaciones sobre posibles afectaciones ecológicas. Pese a ello, la Alcaldía sostiene que el nuevo parque será un espacio emblemático de convivencia, impulsará el turismo urbano, fomentará el desarrollo comunitario y garantizará un estricto control del orden público en las actividades programadas.

La controversia en torno al proyecto del Parque de las Mascotas ilustra un fenómeno recurrente en la gestión urbana actual: los planes impulsados desde un enfoque vertical pueden chocar con las demandas locales de participación y protección ambiental. La falta de mecanismos efectivos de consulta pública provoca una resistencia que trasciende lo estético o funcional, enraizándose en la percepción de exclusión y desprotección del entorno. Tal como lo señala un informe de la Universidad del País Vasco, tanto el periodismo como la administración pública tienen la responsabilidad de promover la participación activa y el diálogo transparente para prevenir la fragmentación social.

En el contexto histórico, la renovación de espacios públicos ha sido utilizada como estrategia para dinamizar la vida urbana, generando influencias no solo en la estética, sino en las costumbres y la economía local. El parque de La Enea, tradicionalmente destinado al esparcimiento, podría adquirir mayor relevancia como referencia del turismo urbano, siempre que forme parte de un plan integral que preserve sus características ecológicas y potencie el bienestar comunitario. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), toda reconversión de áreas públicas debe priorizar la sostenibilidad social y ambiental, e incorporar evaluaciones participativas para evitar conflictos comunitarios.

El rechazo de algunos sectores ciudadanos, fundamentado en la falta de consulta, puede analizarse desde el marco de normativas nacionales e internacionales sobre la participación ambiental. El Convenio de Aarhus, ratificado por varios países de América Latina, obliga a consultar a la población y garantizar acceso a la información y a la toma de decisiones relativas al ambiente. A nivel local, la Ley de Participación Ciudadana también exige mecanismos formales de consulta antes de ejecutar proyectos de esta naturaleza, lo que sustenta la legitimidad de las críticas hacia la Alcaldía por posibles omisiones legales.

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Desde la óptica ambiental, la ausencia de estudios técnicos o informes de impacto ambiental genera incertidumbre y fortalece el escepticismo social. Experiencias de otros lugares muestran que cuando faltan corredores verdes o se altera la biodiversidad urbana, surge mayor oposición comunitaria. El Instituto Alexander von Humboldt ha liderado en Colombia programas de monitoreo de biodiversidad en parques urbanos, demostrando que la inclusión de criterios científicos en proyectos similares minimiza riesgos ecológicos y aumenta la aceptación social.

El control del orden público durante la ejecución y disfrute del parque es otro aspecto relevante. La experiencia de múltiples ciudades muestra que los enfrentamientos entre autoridades y ciudadanos, en especial en contextos de protestas medioambientales, son relevantes y recurrentes. Según el Centro Latinoamericano de Seguridad Urbana (CELS), resulta fundamental mantener el diálogo y la comunicación transparente con las comunidades, usar la fuerza solo de forma preventiva y proporcional y fortalecer la coordinación institucional para respetar los derechos fundamentales en escenarios de alta conflictividad.

En conclusión, el debate generado por la transformación del parque de La Enea revela la complejidad e importancia de integrar criterios ambientales, normativos y sociales en la planificación urbana. Experiencias internacionales demuestran que el éxito de este tipo de proyectos depende de la inclusión real de la ciudadanía en todas las etapas—diseño, ejecución y gestión—, logrando así espacios públicos resilientes, equitativos y ambientalmente sostenibles.

Preguntas frecuentes relacionadas

¿Cuáles son los principales mecanismos de participación ciudadana en proyectos ambientales urbanos?
La consulta a las comunidades es una exigencia tanto en normativas nacionales como internacionales, como lo establece el Convenio de Aarhus y la Ley de Participación Ciudadana. Estos mecanismos pueden incluir audiencias públicas, foros informativos, consultas en línea o mesas de diálogo, cuyo objetivo es recoger observaciones, inquietudes y propuestas de los actores locales antes de tomar decisiones definitivas. La participación temprana y efectiva de la ciudadanía no solo fortalece la legitimidad del proyecto, sino que previene conflictos y facilita la construcción de consensos, especialmente en asuntos relacionados con la protección de espacios naturales urbanos.

Dentro de estos procesos, es fundamental que las autoridades garanticen acceso oportuno a la información relevante, especialmente a los posibles impactos sociales y ambientales que generaría el proyecto. Estudios como los de la Universidad del País Vasco y la Cepal refuerzan la importancia de implementar procesos transparentes y participativos, pues la percepción de exclusión alimenta el rechazo y pone en riesgo la viabilidad de las intervenciones urbanas.

¿Qué debe contener un estudio de impacto ambiental en la remodelación de un parque?
Un estudio de impacto ambiental detalla los posibles efectos positivos y negativos de un proyecto sobre el entorno natural y social. Debe incluir un inventario de flora y fauna existentes en el parque, la identificación de áreas vulnerables, el análisis de las alternativas de diseño y la propuesta de medidas de mitigación de afectaciones ecológicas, siempre considerando la biodiversidad y los servicios ecosistémicos presentes.

La elaboración y socialización de tales estudios contribuye a la construcción de confianza entre las autoridades y la ciudadanía, como ha sido recomendado por el Instituto Alexander von Humboldt en Colombia. Además, la disponibilidad pública de estos documentos impulsa el control social, permite la evaluación objetiva de riesgos y oportunidades, y ayuda a asegurar que la reconversión del parque responda a criterios de sostenibilidad ambiental y bienestar de la comunidad.

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