Por: El Colombiano

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Este artículo fue curado por Mariana Urrea   Jun 16, 2023 - 6:39 pm
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Disney estrenó, en 1955, una película sobre el amor, los animales de compañía y los niños: La dama y el vagabundo. En ella, la reciente llegada de un bebé a la familia desestabiliza por completo a uno de sus integrantes imprescindibles, a Reina, una cocker americana que tras sentir que sobra y que toda la atención es para el nuevo ser, decide marcharse de su casa desencadenando una serie de acontecimientos que ponen a los animales como villanos y protagonistas al mismo tiempo, ante la pantalla.

Sin embargo, hoy, si la película se analiza concienzudamente, no es más que el reflejo de una mala gestión por parte de los adultos implicados y una excusa para poner sobre la mesa un debate del que poco se ha hablado y que abre una serie de incógnitas al respecto: ¿Los niños deberían o no estar cerca de los animales de compañía? ¿Tienen la capacidad de hacerse cargo de otro ser? ¿A qué edad sería ideal el primer acercamiento del uno con el otro?, entre muchas otras.

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Al respecto, la psicóloga Lina Marcela Heredia Ossa, que es especialista en intervenciones psicosociales e intervenciones asistidas con animales, explica que, si bien es cierto que los niños tienen un pensamiento mágico y, a partir de los 12, un pensamiento abstracto, también es cierto que existen casos en los que los niños con o sin etapa de exploración agreden a los animales.

“Aquí lo interesante es comentar que la manera como un niño se relaciona con los animales determina su comportamiento y sus formas de relación con otros. Así que es vital que los padres sean respetuosos con los animales, dado que es el ejemplo el motor que permite a los niños aprender a cuidar la vida”.

Es decir, es recomendable la interacción de los niños con los animales de compañía, pero teniendo en cuenta medidas de precaución que posibiliten el bienestar animal y la seguridad de los menores de edad, ya que según los expertos, no solo Heredia sino también Wendy Arcila Ruiz psicóloga especialista en salud mental de niños, niñas y adolescentes, y Fredy Manrique, médico veterinario especialista en comportamiento clínico animal, esa interacción le va a permitir a esos seres humanos en formación aprender el respeto por el otro, desarrollar su empatía, fortalecer sus habilidades sociales, expresar sus emociones y su ternura. Mejora su sentido de la responsabilidad, e incluso, mejorar la salud cardiovascular y la de su cerebro.

También coinciden en que es indispensable considerar la edad del niño , ya que se recomienda que tenga mínimo siete años al momento de convivir con un gato o un perro, ya que un niño de menos edad, aún se encuentra en una etapa de desarrollo y exploración, aunque independiente de ese factor, o sea, incluso en niños mayores de siete años siempre debe hacerse bajo supervisión y tutela de los padres, debido a que los animales de compañía son seres sensibles y cualquier tipo de manipulación inadecuada conlleva sufrimiento o maltrato, así que no se deben dejar solos y no se deben permitir las manipulaciones invasivas, apunta Manrique.

Otra consideración a tener en cuenta son las agresiones que pueden llegar a presentarse en las que terminan siendo los animales de compañía los villanos, cuando el tema es de falta de control y medidas simples de educación que pueden mejorar la convivencia de los animales de compañía con la familia y en especial con los niños.

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Sobre esto, Arcila añade que los adultos supervisen y guíen adecuadamente la relación con el animal de compañía garantiza la seguridad y el bienestar de todos los implicados. “Yo como madre o padre no puedo comprar o adoptar un animal para entregárselo en un 100 % a un niño o una niña y que este se haga responsable, ni siquiera a un adolescente, porque los adolescentes también tienen dificultades para seguir ciertas indicaciones. Entonces, ¿pueden apoyar?, sí, pueden hacerse responsables de diferentes acciones, pero no en un 100 % porque son personas que están en proceso de desarrollo y tener una responsabilidad de tal magnitud puede generar afectaciones mentales y emocionales, tanto en el animal, porque también están sujetos de derechos y son seres sintientes; como en el niño o niña, que empiezan a sentirse frustrados por no ser capaz de cumplir con su tarea”.

En algunas familias, cuando ya los peludos hacen parte de esa familia multiespecie, es importante usar los meses del embarazo para educarlo sobre la inminente llegada del nuevo integrante. ¿Cómo? Poniéndole sonidos de llanto, de cascabeles, dejándolo estar cerca de la panza de la mamá, familiarizándolo con los olores de bebé, y en el mejor de los casos, acercándose a los expertos para tener una guía personalizada sobre el nuevo entorno.

¿Cómo enseñarle a un niño a respetar a otro ser vivo?

Heredia plantea una serie de recomendaciones para educar a los niños en la tenencia responsable de animales de compañía, pero primero advierte que no se deben introducir animales en la familia sin haber reflexionado a fondo sobre lo que implica y las responsabilidades que conlleva, ya que la convivencia con perros mejora el crecimiento emocional de los niños, pues la atracción de los más pequeños de la casa por los animales, es una realidad.

Y es que según datos de la Fundación Affinity recogidos en 2018, más del 80% de los niños han pedido alguna vez una mascota como regalo (la mayoría de las veces como regalo de Navidad) siendo el perro el más solicitado en un 84 % de los casos, seguido del gato con un 31 % y otros animales como el hámster, el periquito o la tortuga con un 11 %.

En aquel momento la fundación señalaba que no es extraño que los niños pidan animales como regalos ya que, para uno de cada dos niños, un animal representa, después de sus padres, la principal fuente de apoyo emocional en situaciones de miedo y tristeza. Sin embargo, también es importante que los adultos les hagan entender que los animales no son juguetes ni una distracción pasajera.

Las recomendaciones:

1. Enseñar a alimentar a los animales, una de las responsabilidades clave para garantizar el bienestar del animal, esto promueve el juego entre el niño y el perro.

2. Hacer entender a los pequeños que deben involucrarse en las tareas domésticas como el aseo, la limpieza o el ejercicio del animal. Además de compartir tiempo de calidad con él, así aprenderán a responsabilizarse de las necesidades básicas que tiene.

3. Intentar incorporar al animal de compañía de forma gradual. “El objetivo es que todos los miembros de la familia estén preparados para la llegada del animal, y así habrá tiempo de inculcar a los niños los comportamientos que deben tener hacia el nuevo miembro de la familia y entender los cambios que esto va a suponer”, señalan en el estudio, indica Heredia.

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4. Fomentar interacciones positivas con el animal, con gestos suaves y una voz tranquila. De esta manera, se evita que se asuste o se encuentre en una situación de tensión o nerviosismo.

5. Recordar a los niños que, si bien no hay nada tan divertido como jugar con la mascota, hay que tener claros los límites, como no tirar de las orejas o acercarse de manera brusca. “Con el tiempo, el niño empezará a entender el carácter del animal y se creará un vínculo de amistad, pero al principio habrá que tener cuidado en que los comportamientos sean adecuados y de lo contrario enseñar en el amor y con el ejemplo porque de esa forma aprenden a respetar ciertos límites”.

¿Es benéfico para los niños estar cerca de los animales de compañía?

Según estudios realizados por Fundación Affinity, “los niños y las niñas que se crían en hogares con perro tienen un 30 % menos de probabilidades de tener comportamientos antisociales. Sin contar con que interactuar con un perro tiene beneficios como la reducción de la ansiedad, contribuye a tener mayor concentración y, en consecuencia, supone la mejora de los resultados de los estudiantes de primaria, secundaria y de universidad”.

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