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La trombosis venosa profunda (TVP) constituye una condición médica de gravedad considerable, caracterizada por la aparición de coágulos sanguíneos en las venas profundas, mayoritariamente en las extremidades inferiores. Esta afección presenta riesgos serios debido a sus posibles complicaciones, siendo la embolia pulmonar la más temida por su potencial letal. Según el cirujano vascular Alberto Muñoz Hoyos, acudir a un especialista frente a los primeros signos—como dolor, hinchazón, enrojecimiento o sensación de calor en una pierna—puede ser determinante para evitar desenlaces fatales, subrayando la importancia de la detección temprana [Artículo Original].
La identificación oportuna de la TVP representa un reto clínico, ya que suele avanzar sin síntomas claros o manifiesta señales tan inespecíficas que fácilmente se pasan por alto. No obstante, existe consenso sobre los factores de riesgo que favorecen su aparición: hospitalización prolongada, viajes extensos sin movilización, cirugías recientes, tabaquismo, obesidad y envejecimiento. De acuerdo con Mayo Clinic, estos factores promueven procesos como la estasis venosa, el daño de la pared vascular y la hipercoagulabilidad, componentes que resumen la llamada triada de Virchow, clave en el entendimiento fisiopatológico de la enfermedad [1].
El diagnóstico de la TVP ha evolucionado significativamente con la introducción del ultrasonido Doppler, un procedimiento no invasivo que permite observar el flujo sanguíneo y detectar coágulos con alta exactitud. Estudios del Journal of Vascular Surgery han demostrado que el uso sistemático de esta herramienta ha reducido la necesidad de técnicas diagnósticas más invasivas en la mayoría de los casos [2]. Este progreso ha empresado cambios en la toma de decisiones clínicas y ha facilitado el abordaje temprano en pacientes de riesgo.
Por su parte, el pilar del tratamiento sigue siendo la anticoagulación, ya sea con medicamentos orales o inyectables, que busca frenar el avance del trombo e impedir su migración hacia los pulmones. En situaciones complejas, se recurre a fármacos trombolíticos o intervenciones quirúrgicas especializadas, como la implantación de filtros en la vena cava inferior, así como el uso de dispositivos de compresión graduada para prevenir complicaciones crónicas, conforme detallan las guías de la American Heart Association [3].




Una transformación clave en el manejo de la TVP ha sido la adopción de la movilización temprana, abandonando el reposo absoluto que tradicionalmente se prescribía. Desde la European Society of Cardiology se ha validado que la rehabilitación activa y el empleo de medias compresivas facilitan una mejor recuperación, reducen las complicaciones y optimizan los resultados funcionales a largo plazo [4]. Además, la prevención prevé un papel esencial; esto incluye evitar el sedentarismo, hidratarse, dejar de fumar y controlar el peso, como recomiendan campañas educativas especializadas [5].
La apuesta por la innovación en este campo es permanente y se confirma con el desarrollo de anticoagulantes directos orales (DOACs), los cuales han hecho que el tratamiento sea más seguro y poco traumático para los pacientes, con eficacia comprobada a nivel internacional [6]. Asimismo, la implementación de equipos multidisciplinarios en centros hospitalarios ha mejorado significativamente los índices de detección, adherencia terapéutica y reducción de nuevas internaciones, según la evidencia recogida en revistas científicas especializadas [7]. De este modo, la TVP sigue siendo un desafío para la salud colectiva, demandando vigilancia constante y educación tanto en la población como en el cuerpo médico. Solo la articulación de diagnóstico, tratamiento y prevención puede limitar el impacto de esta enfermedad potencialmente mortal.
¿Qué síntomas deben considerarse como señales de alarma en trombosis venosa profunda? Los síntomas asociados a la TVP pueden pasar desapercibidos o parecerse a los de otras afecciones, pero dolor persistente, hinchazón, enrojecimiento o sensación de calor localizados en una pierna, especialmente si son de aparición súbita, deben alertar sobre la posible presencia de un coágulo. El reconocimiento temprano facilita un diagnóstico oportuno y podría resultar determinante para evitar la progresión de la enfermedad o complicaciones graves como la embolia pulmonar.
El conocimiento de estos signos es vital, ya que muchas personas en riesgo no consideran alarmante un malestar leve hasta que la situación se agrava. Por ello, las campañas de sensibilización inciden en la importancia de no subestimar dichos síntomas y acudir inmediatamente a un profesional de la salud frente a su aparición.
¿En qué consiste la movilización temprana y por qué se recomienda en pacientes con TVP? Tradicionalmente, a quienes padecían TVP se les indicaba reposo absoluto para evitar el desprendimiento del coágulo. Sin embargo, investigaciones respaldadas por la European Society of Cardiology expusieron que la movilización temprana bajo supervisión médica facilita una mejor recuperación, mejora la circulación y reduce la probabilidad de complicaciones crónicas. Dicho enfoque implica levantar al paciente y fomentar gradualmente el movimiento, junto con el uso de medias de compresión específicas.
Este cambio ha representado un avance fundamental, ya que permite una rehabilitación más integral, reduce la estancia hospitalaria y mejora la calidad de vida de los pacientes, siempre bajo estrictos protocolos clínicos que minimicen riesgos. La nueva estrategia refleja la constante actualización en la atención de la TVP y su comprensión en evolución.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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