La operación para liberar al cetáceo, de 4 a 6 metros de largo, empezó el domingo en el canal de Richmond Lock and Weir, donde también se desplazaron un equipo de biólogos marinos y veterinarios para evaluar el estado del animal.

Luego de horas de trabajo se logró rescatar a la ballena, que mostraba “comportamientos preocupantes”, y trasladarla a una parte más profunda del Támesis, donde se escapó y se alejó nadando, según explicó en un comunicado un portavoz de la Royal National Lifeboat Institution (RNLI), que mantiene a sus unidades en guardia ante nuevos avistamientos.

Se trata de un incidente “muy raro e inusual”, aseguró en una nota un comandante del cuerpo de bomberos de Londres (Inglaterra), que activó 3 camiones de bomberos, 2 unidades de rescate y un bote para tratar de liberar al animal.

Centenares de personas se concentraron cerca del Támesis para seguir en directo la operación y aplaudieron cuando los guardacostas abandonaron el lugar para trasladar al cetáceo a una zona más segura.

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La ballena rescatada es un rorcual menor, una especie comúnmente conocida como Minkle que puede llegar a pesar hasta 10 toneladas y medir unos 7,5 metros.

Desde su rescate, la ballena fue vista primero dirigiéndose hacia el este, donde se encuentra el mar del Norte, y después en dirección contraria, río arriba.

“No podíamos creerlo cuando vimos el pobre animal, no todos los días pasa algo así”, dijo a la AFP Jake Manketo, un residente de 20 años.

El Támesis ha sido escenario de raros avistamientos de cetáceos en otras ocasiones, como en 2018, cuando se encontró a una ballena beluga cerca de la localidad de Gravesend, a unos 40 kilómetros de la capital británica, o en 2006, cuando una ballena murió después de remontar el río hasta Londres.