De no creer, la discriminación es un tema relevante en el mundo laboral, y es que aunque la sociedad cada día luche por tener una vida más sana y libre de prejuicios, la historia de este hombre demuestra que aún no estamos preparados para aceptar a cada persona tal cual es.

Hamish Griffin, es un hombre australiano que vivía muy tranquilo junto a su familia en Queesland, Australia, cuando recibió la aprobación para un trabajo como supervisor de un alojamiento vacacional en una isla de Tasmania, a más de tres mil kilómetros de su hogar, decidieron vender todo lo que tenían, su casa, su carro, dejar todo atrás y comenzar una nueva vida.

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La sorpresa fue que al llegar a su nuevo hogar, su jefe Paul Dutton paso a saludarlos y más tarde le pidió a Hamish que le ayudara a mover un sillón, aprovechando esta situación para decirle que no quería que trabajara en su empresa, con la excusa que no lo consideraba físicamente capaz de llevar a cabo tareas sencillas, como subir las escaleras o cortar el césped.

Según Dutton, su decisión fue tomada porque Hamish nunca le dijo de su condición médica de obesidad, aunque Hamish asegura que antes de ser contratado realizó una videollamada para la entrevista, además de enviar fotos con su familia, donde en ningún momento mencionaron nada sobre su aspecto físico.

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A pesar de que Hamish realizó una denuncia por discriminación, la empresa asegura que su contrato fue terminado con justa causa, por ocultar una condición médica, que lo podía llevar a un accidente laboral.

Aunque Hamish fue liquidado por una suma aproximada de 23 mil dólares australianos, él asegura que le destrozaron la vida, no solo porque era un nuevo trabajo, sino porque habían decidido tener un nuevo comienzo.