Una rotura de ligamento cruzado y una rotura en ambos meniscos de su rodilla derecha se atravesaron en su ya sonada carrera futbolística.

“Ahí está Kliver Moreno”, dijo alguien en el fondo, pues había salido con paso lento y con la mirada fija a la pantalla de su celular. Era el jugador que, hasta hace unos meses, se había ganado el puesto titular en el esquema táctico del profesor Alberto Gamero y que ahora caminaba con la ayuda de un par de muletas.

La puerta de metal azul, que tiene pintando el escudo de Millonarios, hizo un chirrido al abrirse. Hacía sol. Pero no el típico sol bogotano, de las 11 de la mañana, que les deja a esas personas confiadas quemaduras en toda la cara y cuello.

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Kliver salió, con la ayuda de una de sus muletas, vestido con una camiseta blanca estampada con el logo ‘Nike’, un par de tenis blancos, una bermuda de jean, un reloj blanco y una gorra negra. Pero, a comparación de la primera vez que lo vi, cuando le pregunté si lo podía entrevistar, ese día ya caminaba un poco mejor. Nos saludamos, me preguntó cómo estaba y bromeamos un poco del por qué no lo felicité por su cumpleaños número 21, el cual había sido el 9 de agosto de 2021, días antes de nuestro encuentro.

Kliver Moreno nació en Barrancabermeja, Santander, Colombia; está en el equipo capitalino desde los 14 años. Su debut en la primera división lo hizo el 13 de febrero de 2019, por Copa Colombia, contra Fortaleza. “Lo recuerdo muy bien, porque yo incluso venía del sudamericano Sub 20 y el profesor Jorge Luis Pinto me preguntó si quería ir. Preferí quedarme para poder debutar. Fue algo gratificante, algo muy lindo”, afirmó con voz risueña.

Cuando nos sentamos en una de las sillas de la cafetería, para empezar con la entrevista, su impaciencia ya se iba asomando. “Vamos al grano, como dicen por ahí”, decía Kliver Moreno. Analizaba la pantalla del celular que tenía en mi mano, de arriba abajo, para tratar de averiguar cuáles serían las preguntas.

Al principio, su mirada se posó en un campo de juego donde más temprano las jugadoras del equipo profesional lo habían adornado con sus carcajadas, chistes y gritos. Él fijó su mirada en el campo vacío, como si le hubiese ayudado a soltar las palabras más rápido y sin vacilaciones. Todo al estilo Kliver…

A finales del año 2019, había guiado a su equipo a disputar y a ganar la final de la Súper Copa Juvenil FCF 2019, después de 9 años sin que el equipo embajador ganara esta competición. Se había convertido en el capitán del equipo Sub 20, debido a su carácter fuerte, como buen santandereano que es. Pues, dentro del campo de juego, no le temía a nada, sacaba a los rivales de casillas y era el primero en encarar al árbitro, si creía que la decisión no era la correcta.

“Dentro de la cancha uno está con la adrenalina al 100 %. Fuera de la cancha siempre voy a mantener una transparencia, una tranquilidad, una humildad… Si puedo ayudar a una persona a crecer, lo haré, porque me ha tocado muy duro en esta vida, entonces trato siempre de ser una persona muy… muy especial”, afirmó, con una voz calmada, pero a la vez con tal firmeza, que parecía que estuviera batallando, dentro de sí mismo, con aquellos recuerdos amargos, que callaba con un “bueno, gracias a Dios”.

Mientras caminábamos, para encontrar un lugar cómodo, le pregunté por la lesión de rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha y por la rotura de ambos meniscos, que lo tienen en vilo, pero hacía de todo para que no percibiera su angustia. “Los malos momentos los convierto en felicidad”, me dijo más adelante, cuando ya me había adentrado en la travesía de conocerlo mejor, por medio de preguntas y respuestas.

Sin embargo, en mi mente estaba aquella imagen del primero de mayo de 2021, cuando en el partido contra el América de Cali, por cuartos de final de la Liga Colombiana, Kliver Moreno, una de las grandes promesas del “kínder de Gamero”, como llamaban al equipo algunos periodistas de forma despectiva, había sido sustituido, por un aparente trauma en la rodilla derecha.

–Él no asimiló el tiempo que iba a estar lesionado. Cuando ya vio la realidad, me dijo: “en este momento estoy tranquilo; yo confío en Dios, todo se lo dejo en las manos de Él. Si me pasó esto fue por algo” –dijo Nixón Pacheco, utilero de Millonarios, al preguntarle cómo Kliver se había sentido cuando se lesionó.

– Llegaré a principios del próximo año –me dice él.

– Pero en los periódicos deportivos dicen que probablemente estarás listo para volver a finales de este año –le repliqué.

– Si todo sale bien, podré competir a principios del próximo año –insistió.

La rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha y la rotura de ambos meniscos son las lesiones a las que todo futbolista teme. Se acordarán del ‘Tigre’ Falcao. No cualquiera es capaz de hacerle frente. Y aunque a principios de 2021, Kliver Moreno estuvo entre los mejores jugadores Sub 21 del continente, debido a que en el 2020 alcanzó un promedio de 7.07 duelos ganados por partido, el segundo más alto entre los jugadores Sub 21 de las cinco ligas más importantes de Suramérica, según lo informó, Diario AS Colombia, si no tiene la fuerza mental, para la recuperación de los próximos meses, quedará en el limbo entre ser un buen futbolista y uno digno de exportación.

En la décima pregunta, ya estaba inquieto. Mientras hablábamos, sacaba su celular del bolsillo y lo pasaba de una mano a otra, a modo de relajación. Después, cuando se dio cuenta que el aparato móvil no estaba ayudándolo, miró una, dos y tres veces, hacía atrás, buscando ayuda de su amigo, Cristhian Chaparro, quien había llegado a recogerlo hacía poco tiempo. Días después, Cristhian me contaría que había conocido a Kliver en el transporte público, cuando lo utilizaba para llegar a sus entrenos.

“La verdad, lloré. Tenía miedo porque era lo único, creo, a lo que le temía dentro del campo. Me pasó. Le pedí a Dios que no fuera eso, pero, bueno, él sabe por qué pasó. ¡Ya asimilé la lesión! Ya casi voy a cumplir dos meses. El tiempo se está pasando rápido; vivo agradecido con Dios y la vida”.

Fue uno de los pocos momentos donde su voz no irradiaba esa seguridad, a la que me había acostumbrado. Los suspiros se mezclaron con sus palabras de melancolía. Y luego, en vez de responderme, parecía que estuviera recordando, en voz alta,  lo que había pasado. Hizo una especie de cuentas, para clarificar cuánto llevaba en esa situación.

“Kliver es un jugador muy maduro, con mucho carácter. Yo creo que va a tener una muy buena rehabilitación, porque depende muchísimo de la fortaleza mental que él tiene”, dice Oscar Vásquez, preparador físico de las inferiores de Millonarios.

Hablamos de su familia, de su novia, de sus gustos en la comida: pescado, por ejemplo; de los jugadores de la Liga Inglesa que admira: Paul Pogba y Michael Ballack, actual jugador del Manchester United y exjugador del Chelsea, respectivamente. Toda una montaña rusa. Íbamos y veníamos; parábamos en sus distintos cambios de expresión, cuando algo le incomodaba, cuando ya estaba cansado de responder las preguntas o cuando recordamos juntos su campeonato con Millonarios.

Fue tanta su emoción que algunas palabras hacían corto circuito en su boca y salían disparadas, sin que se dejaran entender. Al final, quizás fue tanta la exaltación, que no hubo tiempo para decirme “adiós”. Pues sus pensamientos se habían quedado con aquel recuerdo del campeonato, así lo demostraban sus ojos entristecidos por el anhelo de volver a jugar con Millonarios.

Por lo pronto, nuestro “adiós” tendrá que esperar. Tal vez sea cuando regrese a dejar cada gota de sudor en el campo de juego.

Por: Paula Andrea Abreu

*Estas notas hacen parte de un acuerdo entre Pulzo y la Universidad de la Sabana para publicar los mejores contenidos de la facultad de Comunicación Social y Periodismo. La responsabilidad de los contenidos aquí publicados es exclusivamente de la Universidad de la Sabana.