Pese a que en Colombia las empresas de tecnología son escasas, hay varias personas que se animan a llegar lejos e impulsar emprendimientos que no solo posicionen al país como un líder en innovación, sino que también compartan sus conocimientos para el bienestar social y educativo de la nación. Tal es el caso de Ángel Rodríguez y Alejandra Támara, dos jóvenes que le apuestan a la elaboración de computadores con material biodegradable.
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Ángel, quien, además de ser profesional en ingeniería cursa una maestría en administración de negocios, es uno de los creadores el emprendimiento Ingecolmax, emprendimiento que nació el 20 de octubre de 2015 y que busca convertirse en una de las organizaciones más importantes en la elaboración y adaptación de computadores biodegradables de la región y el mundo.
Junto a Alejandra Támara, su compañera que actualmente estudia ingeniería industrial y ha coliderado esta iniciativa, Ángel continúa en su búsqueda por dejar huella en Colombia e incentivar a quienes sueñen con hacer empresa en el país.
Pero para Ángel el camino no ha sido fácil, pues desde su nacimiento se ha sometido a 55 cirugías debido a su condición de labio leporino y paladar hendido. Esta situación, aunque le ha complicado algunas aspectos por culpa de los estigmas de la sociedad, también le ha dado la valentía para seguir adelante y no darse por vencido.
“Uno saca esa resiliencia, ese dolor, esa perseverancia y esa valentía para enfrentar las adversidades y consolidar un emprendimiento”, le contó el emprendedor a Pulzo.
La idea de negocio es tan simple como poderosa; en medio de un mundo cada vez más consumista y contaminante, tanto Ángel como Alejandra le apuestan a ensamblar computadores con materiales amigables con el medio ambiente derivados de residuos plásticos y otros elementos reciclados.
Así, los emprendedores fabrican chasis, o también llamados gabinetes, de ordenadores con este tipo de materiales, los cuales tardan en biodegradarse cerca de 15 años, una cifra muy positiva en comparación con los materiales que tradicionalmente son utilizados para edificar esta parte de los computadores, que pueden llegar a desintegrarse en 100 años o más.
El emprendimiento también tiene un importante componente social y económico, puesto que, al reemplazar estos materiales, los ordenadores salen mucho más económicos y, afirma Ángel, mantienen la misma calidad:
“La diferencia del precio depende de la gama del computador. Si reutilizamos los componentes, a un computador gama media podemos bajarle, por ejemplo, hasta un 20 o más del por ciento de su costo original”, dijo el emprendedor.
Esto no solo beneficia a quienes deseen ahorrarse algunos pesos, sino a una sociedad en la que un alto porcentaje de colombianos todavía no tienen acceso a un computador para llevar a cabo sus tareas diarias o para conectarse a Internet.
“Muchos emprendimientos se enfocan en la parte económica, pero pocos se preocupan por el impacto de la sociedad, lo cultural, lo ecológico o el desarrollo de país en general. Hay personas en Colombia que todavía no tienen un computador y lo vimos en pandemia”, dijo el ingeniero entrevistado.
Ingecolmax no solo busca consolidarse como una gran empresa en Colombia, sino que también pretende romper las brechas digitales que existen en Colombia y que impiden que cientos de jóvenes puedan interconectarse con el mundo.
El emprendimiento, afirman sus líderes, va muy bien, pues en el poco tiempo que lleva ya ha vendido más de 100 computadores y continúa con varios interesados. Además, el proyecto ha aparecido en varios medios de comunicación y ha protagonizado otros programas que buscan hacer visibles este tipo de iniciativas como Valientes RCN.
El reconocimiento de esta innovadora iniciativa, así como su originalidad, ha causado que varias organizaciones se hayan interesado en el proyecto. De hecho, la organización privada Euro Internacional donó recursos en 2020 para que esta empresa pudiera seguir en marcha y otras tantas han ayudado con asesorías para que siga creciendo.
Aunque admite que es un largo trayecto, Ángel se mantiene firme en su objetivo por cumplir el sueño de impactar a la sociedad colombiana, ayudar a muchos y darle trabajo a los colombianos con discapacidad y madres cabeza de hogar.
Entre sus principales motivaciones se encuentran ayudar a reducir la huella de contaminación del planeta, y llevar en alto el nombre de su padre, un comerciante de Corabastos que siempre lo apoyó y que falleció en 2020 tras contraer covid-19.
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