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Agua del aire:💧 Recolectores de agua potable que no usan electricidad, inspirados en burbujas y nanopartículas, ya funcionan hasta en el desierto.
Investigadores del MIT y de universidades internacionales han creado nuevos materiales capaces de producir agua potable directamente del aire, incluso en zonas tan secas como el Valle de la Muerte en California. Son tecnologías sin electricidad que podrían cambiar el acceso al agua en todo el mundo.
En los laboratorios del MIT y de universidades de Australia, Estados Unidos y Asia, científicos han desarrollado materiales ultraligeros capaces de extraer agua del aire sin usar electricidad. Los resultados son asombrosos: uno de estos dispositivos logró generar hasta 161 mililitros de agua potable al día, incluso en el clima árido del Valle de la Muerte. Este avance se suma a un nuevo tipo de nanomaterial que multiplica por tres su peso en agua absorbida, y que podría ser una alternativa para millones de personas que hoy no tienen acceso a agua limpia. ¿Cómo funciona esta tecnología? ¿Y qué la hace tan prometedora?




Pero… ¿de verdad sirve en lugares secos?
Imagina una burbuja de plástico que recoge agua del aire. No es ciencia ficción: es la forma que toma un nuevo hidrogel diseñado en el MIT, encerrado entre dos capas de vidrio como si fuera una ventana. Por la noche, este material absorbe el vapor del ambiente. Durante el día, gracias a un recubrimiento especial que mantiene el vidrio frío, el vapor se condensa, gotea y se recoge. En una semana de pruebas en el desierto más seco de América del Norte, este panel produjo entre 57 y 161 mililitros de agua potable al día. Lo más interesante es que funciona sin baterías ni paneles solares, y no necesita electricidad. Solo aire y sol.
El agua potable es un problema real y urgente. Más de 2.200 millones de personas en el mundo no tienen acceso seguro al agua, según Naciones Unidas. En Estados Unidos, unos 46 millones de personas también enfrentan escasez, cortes o problemas de calidad en el suministro. Las soluciones tradicionales, como el transporte de agua embotellada o la construcción de infraestructuras, son costosas y poco sostenibles. Y aunque el aire contiene billones de litros de vapor, atraparlo y convertirlo en agua pura ha sido un reto. Muchos intentos anteriores requerían electricidad, dejaban residuos de sal o simplemente no eran escalables. Hoy, eso está empezando a cambiar.
La innovación llegó en varias formas. El dispositivo del MIT, por ejemplo, mejoró una tecnología antigua al cambiar la forma del hidrogel: en lugar de una hoja plana, tiene cúpulas como plástico de burbujas. Esto aumenta la superficie y la cantidad de agua que puede absorber. Además, estabiliza las sales que normalmente contaminan el agua extraída, usando glicerina para evitar que se filtren. Así, logra un agua segura, con menos de 0,06 partes por millón de litio, dentro de los límites seguros según el Servicio Geológico de EE.UU. Otras universidades, como la de Nueva Gales del Sur en Australia, crearon un nanomaterial con grafeno y calcio que forma enlaces tan fuertes con el agua que puede absorber hasta tres veces su peso. Y solo necesita calentarse a unos 50 °C para liberar el agua. Ya hay prototipos listos para pruebas reales.
La Universidad de Pensilvania también ha hecho avances sorprendentes: desarrollaron un nuevo material que condensa el agua en sus poros microscópicos incluso en condiciones de baja humedad. A diferencia de otros materiales que atrapan el agua sin soltarla, este la hace brotar como gotas visibles en la superficie. Usaron polímeros y nanopartículas comunes, lo que permite que su producción sea simple y económica. Además, este material genera un circuito continuo: el agua que sale es reemplazada…
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