Compleja convergencia de la crisis económica global, con las dudas que generan las medidas que ya se vislumbra tomará el nuevo gobierno de los colombianos, atiza la inestabilidad del mercado y abre las puertas al éxodo de capitales y talento humano del país. Alza del dólar se constituye en la tormenta perfecta para acallar los temores que invaden a un grueso de la población nacional y los inversores extranjeros. Caos monetario mundial no puede invisibilizar el daño que ha propiciado el conocer los nombres, y antecedentes públicos, de los primeros integrantes del próximo gabinete ministerial, el anunciar que en las entrañas del Pacto Histórico se está gestando una reforma tributaria peor que la de Alberto Carrasquilla, el hacer público que se germina la eliminación de las EPS e instituciones como la Procuraduría General, el evidenciar que se usan palabras bonitas para hablar de la productividad del sector agrario y ocultar la expropiación, entre otros factores.

Golpe considerable que ahora se propicia a los precios de la canasta básica delinea que se aproxima un cambio en los hábitos de consumo que excitarán el hambre y la desnutrición de la población. Recesión en los mercados mundiales es un golpe coyuntural para Colombia en un momento crucial en el que se da un giro de 180º hacia la izquierda, el complejo panorama que dejó la pandemia se agudiza con un gobierno entrante que ignora y desestima lo que está ocurriendo y por ello elude dar señales de tranquilidad a los mercados. La escasa madurez política, la incompetencia frente a la gestión y la insensatez de quienes fueron oposición, en el cuatreño que finaliza este 7 de agosto, denota que fácil fue destruir y criticar sin argumentos, pero complejo es construir a la hora de ejercer el poder. Preocupante resulta que al nuevo gobierno nada de lo construido le gusta, que quiere cambiar las instituciones y administrar en detrimento de ese 50% que no voto a favor de ese proyecto político.

Sin consenso ciudadano los acuerdos burocráticos son una burla al país, claro es que lo alcanzado con éxito como sociedad por parte de los colombianos está próximo a desaparecer, ausencia de valores en la conformación del equipo de gobierno es la que lleva a que el perdón social, del que se habló en medio de la campaña, se aplique en primera instancia a la clase política; que se pondere a cuestionados personajes, revistiéndolos de honorabilidad y responsabilidad, cuando todos saben y conocen sus oscuras habilidades en el dinamismo de la política. Trabajo por la unidad que propicie un gran acuerdo nacional es el estandarte de una cultura de la victimización y la mendicidad que cada día gana terreno, con gran facilidad, al interior del colectivo social colombiano. Peligroso es que los ciudadanos sigan pensando que sus deseos son derechos y que el estado es una institución que tiene como único deber asumir la responsabilidad, que a cada uno le asiste, para un presente, y un futuro, próspero.

Gobierno de izquierda, próximo a asumir funciones, difícilmente logrará salvar a Colombia, quienes creen ciegamente en él olvidan que llevan mucho tiempo en el Congreso, y otras entidades, desde donde no han hecho absolutamente nada con la excusa de ser minoría y que por ello nunca les aprueban sus brillantes ideales. Falta ver si con la mermelada que sedujeron a los políticos, y acabaron con los partidos, mermaron una posible oposición que ataje el imperio tirano, que añora el Sensei de los humanos, para imponer su santa voluntad. Planes destructivos que se exaltaron desde 2019, y se consolidaron este 19 de junio, tienen al país a merced de un grupo político que deberá cumplir con miles de promesas para evitar que las primeras líneas se le reviertan y trasladen el incendio polarizador de Twitter a las calles. Silencio cómplice que ahora se guarda, con la mitomanía y la incongruencia del Mesías de la izquierda, desaparecerá en el momento que se comience a tributar y los resultados no se vean porque desde la corrupción el dinero toma otros destinos.

Los primeros pasos conocidos del próximo gobierno generan susto así muchos busquen mirar a otro lado o mantengan los ojos cerrados, planes destructivos que tienen en la mira a las EPS, las fuerzas del orden, los órganos de control, la economía, la autosuficiencia energética, y el ingreso de los colombianos, entre otros factores, lejos están de ser el gran cambio, para vivir sabrosito, que se prometió a los y las “nadies” en campaña. Transformación propuesta por el Pacto Histórico requiere de un uninamismo y concentración de poder, antidemocrática, en la figura de Gustavo Francisco Petro Urrego que en ejercicio del poder ha demostrado que no sabe cómo afrontar los problemas y toma múltiples medidas erradas. Temor, por un control de precios o la emisión de papel moneda de forma indiscriminada, es el que acompaña a pequeños y medianos empresarios, así como emprendedores, que escuchan de muchas reformas a todo, pero no de ahorro en el gasto estatal que proyecta auxilios a las clases menos favorecidas, hacer frente a nuevos ministerios y mayor burocracia.

Sin posesionarse, el nuevo gobierno debe comenzar a asumir responsabilidades de lo que le corresponde, efectos de lo que ellos generan se ve con la llegada de un gabinete que, a imagen y semejanza de quien es beligerante, esquematiza políticas que avivan los temores de una tributación que conduce a la expropiación, bloquea la producción petrolera y acaba con el sistema de salud. Asfixia que se configura hacia la clase media demuestra que no eran extremistas quienes manifestaron que en las últimas elecciones estaba en juego la propiedad y la iniciativa privada, el votar libremente mientras se vive en democracia y el poder estar en disenso frente a la clase dirigencial, una institucionalidad que con sus altos y bajos mantiene a Colombia en la esfera de la libertad. El momento que se vive en el país llama a pasar del puñado de fotos, que arrodillaron mediáticamente a la clase política, y los mensajes contradictorios a los mercados, a un cambio real que invite a la ciudadanía a trabajar, en alianza con las empresas, para superar las desigualdades y hacer frente a las tendencias alcistas de la economía global.

El cordero manso que ganó las elecciones, y ahora se transforma en la bestia que empieza a desplegarse, debe tener especial cuidado al elegir los integrantes que faltan en su gabinete, cualquier error en la designación de esos cargos, puede ser fatal ante la crisis mundial sobre el ecosistema de suministros que afecta todos los eslabones de la cadena de producción. La meta que se traza Colombia de sustituir importaciones y aumentar la producción nacional puede ser un tiro en el pie de un progresismo socialista que va camino a terminar siendo comunista. Inflación al alza, que se agudiza ante un peso devaluado, acrecienta la precariedad laboral y la escasez alimentaria de un país en incertidumbre que trata de asimilar y entender que ganó la izquierda. Se está al frente de unos vientos de cambio en donde para avanzar se requiere garantía a los derechos del ciudadano, las decisiones que se tomen ahora y se implementen a partir del 7 de agosto son coyunturales para atajar el caos económico y demostrar que en el país no seguirán los mismos con las mismas en interpuesta persona.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.