Comencemos por los que, para mí, son los principales culpables de los problemas de tráfico de Bogotá, los que se estacionan a la derecha en la calle. Camiones, buses, taxis, camionetas de escoltas, carros particulares, motos y demás actores de las vías capitalinas tienen el vicio de ocupar los carriles de la derecha como si fueran parqueaderos públicos. Al hacer esto, los personajes hacen que un carril desaparezca por completo, lo que agrupa todo el tráfico en uno o dos carriles restantes; una tragedia para la ciudad. Lo peor del caso es que los culpables de este crimen atroz siempre se justifican con frases como “es solo por dos minuticos”, “es que no hay parqueadero cerca”, “estoy descargando” y demás disculpas que no deberían utilizar nunca más.

El segundo pecado de los conductores en Bogotá es bloquear las intersecciones por no querer esperar tres o cuatro minutos más al próximo semáforo en verde. Aunque poco a poco algunas personas han comenzado a evitar taponar las vías, la mayoría de los conductores de Bogotá, fieles al afán que los invita pisotear a los demás, suelen avanzar en los semáforos a pesar de que es obvio que van a quedar en la mitad de la intersección y van a bloquear el paso de los vehículos que pronto tendrán el semáforo en verde. Este acto, el cual está lleno de egoísmo, lo único que logra es enredar la ya complicada malla vial de Bogotá; el mensaje del conductor es “si yo no paso, no pasa nadie”, una lástima.

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Por último, está la famosa doble fila. De nuevo, por afán y egoísmo que caracteriza a los conductores de Bogotá, es costumbre que quienes deban girar o pasar de una vía a otra decidan hacer doble fila en vez de una sola, como personas civilizadas. Esto, que como ya todos sabemos, termina bloqueando un carril y afectando el tráfico de Bogotá, también es culpa exclusiva de los conductores. A pesar de que saben que está mal lo que hacen (porque seguro saben que está mal), muchos creen que están por encima de los demás y deciden que su afán es más importante que el respeto y el sentido común en las vías.

Así las cosas, si los que vivimos en esta ciudad seguimos conduciendo como animales, el tráfico seguirá siendo una salvajada. Sin el buen comportamiento y sentido común de los conductores, no importa lo que hagan las autoridades; nada va a mejorar. Es hora de dejar de ser conductores egoístas y tener claro que lo que hacemos en las vías afecta a todos lo que también tienen afán para llegar a su destino.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.