Desde pequeña me ha parecido que la palabra masturbación tiene un sonido de que algo malo puede pasar. Más turbada que nunca, pensaba yo cuando quise analizar por qué me generaba un rechazo desde la adolescencia. Ahora la acepto, pero reconozco que el auto amor es una expresión más dulce para definir un momento que se practica con frecuencia y que ayuda tantísimo a la salud sexual y a la relajación.

La masturbación es la manera más fácil de conseguir descargar las tensiones, sirve para conectarse con el cuerpo, para destapar las capas más profundas de la imaginación y además, en el caso de las féminas, alivia los dolores menstruales. Me gusta mucho hablar del auto amor porque es la forma ideal para que gobierne el placer y mi conocimiento sobre él, y para que yo misma descubra cómo aumentarlo, continuarlo, subirlo y bajarlo como un carrito y disfrutar de él.

Testimonio de K, amiga del alma:

Cuando me masturbo y me preparo para sesiones de mismidad, mi cuerpo puede experimentar dos cosas:

  1. Me llevará al éxtasis en pocos minutos y me quedaré satisfecha. Me visto y sigo con mi vida.
  2. Me hará sollozar de placer mientras suenan mis discos favoritos y quedaré un poco alelada por horas. Relajada como un pez.

K es una amiga que adora masturbarse y que se atrevió a contarme lo que ella siente al tocarse para llegar sola al orgasmo.

El maravilloso testimonio de I:

Cuando me masturbo con mi conejo rosado (juguete que va con pilas), preparo la cama para que pueda empezar a mojar rápidamente el colchón.

Para mí es más fácil llegar al ‘squirt’*(¿necesita explicación?: eyaculación femenina) con una pareja que sola, pero hay días en los que la excitación me arrolla y termino encharcándolo todo.

El masturbador nunca se cansa, puede permanecer vibrando por horas y soy yo quien lo cambia de puesto en mi vagina. A veces, para comenzar, me gusta poner solo las orejitas en mi clítoris, esta es una manera muy cómoda de iniciar la excitación, y luego, cuando ya estoy lo suficientemente excitada, introduzco el falo del juguete.

A veces tengo orgasmos clitorianos y a veces vaginales, es decir, que a veces las orejitas me hacen disfrutar más que el falo y viceversa. Cuando llegan los ‘squirts’ es posible que tenga que retirar por unos segundos al conejito y darle un respiro al clítoris, que ha trabajado un montón y que está caliente como un motor de Ferrari.

Siempre es divertido y muy instructivo hablar con I. Y ahora saben por qué.

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