Hace un año aproximadamente publiqué en Pulzo una columna sobre por qué considero que prestar dinero a tu novio o novia es un error que se paga caro. Había terminado una relación que se complicó mucho porque le presté dinero a mi novio, y al sol de hoy todavía no ha saldado su deuda conmigo. Esta horrenda decepción me llevó a escribir sobre este tema espinoso y a su vez importantísimo para las parejas.

Lo curioso es que yo, que he escrito sobre relaciones por más de quince años ya, he constatado que esta ha sido la columna que más viralidad ha despertado en mis lectores. ¿Qué cómo lo sé? Pues esto lo he podido medir porque los lectores me han enviado muchísimos whatsapps para decirme que la columna les ha servido y otros han contactado para tener una asesoría por videollamada. Casi todos ellos cometieron el mismo error que yo cometí, prestaron plata y se arrepintieron de haberlo hecho, otros me escribieron y me escriben  porque están siendo presionados por sus parejas para que presten dinero y son víctimas de todo tipo de trucos y de manipulación para ser seducidos para hacerlo. Incluso muchos me confiesan que la frase final para este asunto es: o me prestas plata, o te tendré que dejar porque eso significará que no me quieres.

¡Tremendos manipuladores! ¡Qué duras palabras!

Después de un año, mi opinión sobre este tema sigue siendo clara y no se ha modificado: creo que las personas que piden dinero nos están demostrando que no saben gestionar el que tenían, nadie nos garantiza que nos vayan a pagar y lo que es peor, la relación tendrá que cargar con una deuda entre ambos, algo que hace que una de las partes tenga la necesidad de cobrar a la otra por el dinero que le ha prestado.

Cuando yo he prestado dinero nunca me lo han devuelto. Y sí, lo que me ha pasado es que las personas que me lo pidieron me juraron por lo más sagrado que me lo devolverían y mírelos, ahí siguen, sin pagar y yo ya cansada de cobrarles con mis papelitos firmados por ellos de que devolverían la plata. (Estos papeles sirven pa tres cosas, así que ni t tomes el tiempo en redactarlos).

Me llama la atención que esto me haya pasado tres veces, y por eso considero importante que se lean esta columna. No hay que prestar ni dos ni tres veces para saber que el dinero que se presta puede que nunca vuelva y lo mejor es asumirlo como una pérdida (si es que uno no tiene la fuerza de voluntad de negarse a prestarlo). Sin embargo, a mí me gustaría que mis lectores sí tuvieran la templanza y la tranquilidad de decir que no quieren prestar y que están más cómodos en su relación sin que existan deudas por medio, que quieren mucho a su pareja (si esto es así) pero que no van a pasar por el peaje del préstamo y que, si él o ella vive emperrado en que su novia o novio los  saque del atolladero, tendrían que decir No, con sus dos letras, porque no hay nada más sano que decir que No cuando es necesario, y no estar con frases inconclusas de que sí pero no.

Un No a tiempo es mucho mejor que decir un montón de veces Sí cuando no estamos seguros de decirlo.

Si uno de ellos tiene más que el otro, qué le vamos a hacer, si uno tiene trabajo y el otro no, el que está desempleado y sin un centavo tendrá que pellizcarse (como todos) y ponerse a producir. Pero de préstamos Nanai y todo aclarado, y todo mucho más fácil para todos, y sin manipulaciones ni presiones y con la economía de cada uno saneada.

Gracias a todos por leer y gracias por contactar, por contarme algunas de sus experiencias y aprendizajes, gracias por pedir su primera consulta privada conmigo y gracias por permitir que lo que yo aprendo pueda servirle a ustedes de forma directa. No soy una tacaña, por cierto, sólo considero que el dinero es un tema mucho más importante de lo que se piensa.

Si necesitas una consulta privada conmigo puedes escribirme a este WhatsApp. Todas mis consultas son ‘online’, desde la comodidad de tu teléfono.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.