El reciente caso del Centro Comercial Andino donde un delirante ciudadano amenazó y agredió físicamente a una pareja gay que se abrazaba y tomaba de la mano junto a la zona de juegos infantiles e invoca como causa la defensa de la infancia, es diciente de este fenómeno.

También es cuestionable la acción de la policía que ante una acusación sin pruebas -hasta que aparecieron las grabaciones-, imponga un comparendo a los enamorados por “exhibicionismo”, que podía firmarse y apelarse luego como si fuera una infracción de tránsito, obviando el ejercicio pleno de derecho y libertades de estos ciudadanos.

Tal banalización buscaba que se asumiera tanto una falta inexistente como la culpa de algo que no pasó dando crédito a las acusaciones del “presunto vulnerado”, lo que indigna la aplicación de cualquier sentido básico de justicia en la cotidianidad.

¿Deben restringirse entonces las manifestaciones de afecto también de parejas heterosexuales dentro, cerca o fuera de parques y zonas infantiles?

¿Qué es lo pecaminoso y condenable? ¿El beso, la cogida de mano, el abrazo? ¿O su exceso? ¿Cómo medirlo? ¿Cómo graduar un pico o una rumbeada de 1 a 10? ¿Hay tabla de valores y referentes? ¿Está ilustrada? ¿Aparece en el Código de Policía? ¿Se aplica de ojímetro? ¿Molesta el gesto o quienes lo hacen?

Carlos Mendoza Latorre

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Hay quienes afirman que ser conservador es volverse papá y es tal la angustia por el futuro que le espera a los hijos que la supuesta protección a darles puede rayar en una obsesión moral que se expresa en homofobia -que muchas veces encubre homosexualidad- y en la intolerancia que la manifiesta.

Estas conductas ocurren no solo por la formación mojigata y de doble moral de nuestro país, también han sido auspiciadas de manera irresponsable con fines políticos para promover la histeria y la rabia como vehículo para tomar decisiones y evitar exponer ideas y propuestas convincentes que requieren de mayor reflexión.

Invocar la protección de los niños se ha utilizado de manera discursiva para ganar el respaldo en la opinión pública en varias discusiones como el plebiscito de la paz, la restricción de la dosis mínima y las objeciones a la Justicia Especial para la Paz (JEP).

Carlos Mendoza

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El ingenuo supermán de la justicia

El libro publicado en abril de 2016, “Ambientes escolares libres de discriminación” y cuyos autores fueron el Ministerio de Educación Nacional y el Fondo de Población de Naciones Unidas -UNFPA-, fue desempolvado y convertido de manera escandalosa en las “cartillas de ideología de género”, para sacar a la gente a votar “verraca” en octubre de 2016 bajo el miedo de que se “homosexualizara” a la infancia y de paso al resto de los colombianos.

El decreto 1844 de 2018 de restricción al porte de la dosis mínima no solo invocó la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989 además de “evitar los comportamientos que afectan la integridad de niños, niñas y adolescentes”, también promovió que “la defensa de los derechos de la ciudadanía, de los niños, la protección del espacio público no tiene ni ideología ni color político”

Las mismas objeciones a la JEP presentadas en 2019 por el Gobierno recurrieron a la exclusión de los delitos contra los menores de edad de la jurisdicción especial, como la principal razón para obtener el respaldo en la opinión pública que sí digería este argumento y no las demás objeciones:

“(…,) ninguna ideología, absolutamente nada, justifica la aberrante agresión a los más vulnerables de la sociedad. Los colombianos no debemos ahorrar ningún esfuerzo en la protección de los menores”, dijo Duque en su alocución.

La audiencia quería una venganza ingenua, la justicia inaplicable en la realidad pero depositada en un papel y el presidente evitó explicar que la impunidad de la justicia ordinaria supera el 90 por ciento y que penas altas no significan justicia sino evasión de los culpables y cero verdad y nula reparación.

Carlos Mendoza

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JEP electoral y estado de opinión

Con estos precedentes de abierto manoseo político de los niños donde hay alguna responsabilidad, no es extraño que se enciendan en las calles acciones de intolerancia y agresión a parejas del mismo género, acudiendo a la justicia privada y por fuera de cualquier ley.

Cabe preguntarse si quienes acusan de inmoral la libertad sexual, el desarrollo de la personalidad y la manifestación de afecto por parte de cualquier género, son quienes diciendo proteger a los niños y embanderando su defensa, se constituyen en sus principales manipuladores, sacando provecho del miedo, obsesiones e ignorancia de sus padres electores.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.