La elección equivocada de jugadores-refuerzo, los bandazos con técnicos sin conocimientos o sin carácter, la desconfianza en los proyectos serios ante cualquier adversidad y la falta de habilidad en crisis de quienes dirigen, dan al traste con el deseo de la afición de un mejor vivir en las tablas y en los estadios.

Llegó el Pecoso Castro como revulsivo, pero no encontró materia prima. Juega el rojo atenazado por los nervios, con la decadencia de algunos de sus futbolistas y la angustia de otros que pierden el camino y el juego.

Del juego hablamos. Nacional lo encontró cuando la zozobra reinaba por los arrebatos de su goleador Moreno. ¿Cómo vivir sin él? Por fin mano dura, para corregir los desmanes y las tolerancias del presente y el pasado, a cualquier precio. Otra vida en el vestuario y ambiciones recicladas, que dan margen para nuevas alternativas en la búsqueda de un título.

También lo halló Millonarios. Lo pedían sus hinchas, porque sabían que allí estaba. En su interior. En su ADN. Pero no lo aprovechaban por la tendencia a proponer sin ideas, a correr sin pensar y a buscar sin argumentos técnicos. Fútbol tiene el azul. Quedó demostrado en el partido en Envigado, cuando ganó y convenció. Razones para  soñar, dicen sus seguidores, como en diciembre y enero cuando los títulos fueron propios. Cuando todo era una fiesta.

Esteban Jaramillo (1)

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Evaluativa es la estadística. Pero no lo enseña todo. Junior volvió a perder, pero no descuaderno su rendimiento. Se mantuvo firme en su postura, en el respeto a la pelota, la que pelea en todos los sectores del campo para agigantar su posesión. Con ella construye su favoritismo porque tiene exponentes de lujo para ello.

Santa Fe, como siempre, a pocos convence. Cuestión de gustos y estilos. Así labró su historia, con fútbol limitado y muchas ganas, por eso pelea hasta morir. Sin duda, puede jugar mejor. Equidad, por su parte, no es invitado circunstancial porque su producción lo premia.

Empuja Tolima, sin estrés. Juega con la comodidad del campeón con todo en el bolsillo, copa incluida. Se asoma Once Caldas con estrecha nómina y ambiciones altas, peleando en desigualdad, pero marcando el ritmo. Cali y Medellín, con sobresaltos por su irregularidad también suenan y las campanadas sorpresa provienen de Bucaramanga y Rionegro, chicos con pretensiones de grandes.

Se acercan las finales con ingredientes suficientes para esperar buen espectáculo. Ya es hora, porque la mediocridad ha reinado todo el año.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.