Una recurrente forma de expresión que se usa desde hace mucho tiempo es la negación en toda circunstancia. Para averiguar si algo o alguien existe o ha ejecutado alguna acción, aquella inveterada costumbre empuja al hablante a negar primero aquello por lo que averigua, o a negar lo que desea alcanzar. Resulta, entonces, una expresión contradictoria, si se usa el adverbio no.

Por supuesto, muchísimos hablantes no tienen el cuidado de eliminar mentalmente ese no intruso, antes de pronunciar la pregunta. De ahí devienen preguntas a contrapelo de lo que quieren o de lo que indagan. Veamos unos ejemplos, con unas anotaciones puntuales, para hallarles sentido taxativo (preciso, que no admite discusión).

«¿No te provoca ir a un restaurante?». Esta invitación, con negación anticipada, resulta deslucida e inapropiada. La persona a la cual se le pregunta podrá fácilmente deducir que no hay muchas ganas de hacer efectiva tal invitación. En cambio, «¿Te provoca ir a un restaurante?» es una pregunta directa, fiable, sincera y fácil de aceptar con un sí; o de rechazar con un no, si también fuese ese el caso.

«¿No tiene huevos, vecino?». Una señora que le haga esta pregunta al tendero del barrio podría obtener una respuesta como: «Sí, tengo huevos; y muy buenos me han salido, vecina». Por ello, lo inteligente es preguntar: «¿Hay huevos, vecino?». Es mejor cambiar el verbo tener por el verbo haber, para evitar suspicacias hilarantes.

«No hay desodorante de bola?». Esta pregunta también tiene doble filo, y lo filudo encarna peligro. El despachador en una droguería podría responder que no hay desodorante de bola, sino desodorante de axila. Eso, claro, cuando el humor negro sale a flote. Por eso es mejor preguntar: «Qué clase de desodorante venden aquí?».

«¿No tiene leche, vecina?». También con esta pregunta, como con la de los huevos, la suspicacia o malicia indigena podría saltar por la vitrina de la tienda donde ella se formule. Si la tendera es una madre lactante, podrá decir: «Claro que sí, tengo bastante leche». Y si quien atiende es hombre, podría decir: «Yo no, pero mi señora sí tiene harta leche». La fórmula recomenda entonces es: «¿Hay leche, vecina?».

«¿No te gustaría comer torta con café?». Si una invitación como esta lleva negación, es mejor no hacerla; podría resultar ofendida la persona invitada. El lenguaje directo es más convincente y cordial: «Te gustaría comer torta con café». Así se despiertan las ganas de decir sí.

Yo no sé mucho de neurolingüística, pero el adverbio ‘no’ al comienzo de toda oración gramatical no la copia el cerebro, según afirman los expertos. «No quiero ser pobre» significa: «Quiero ser pobre». Luego, tome, lleve de lo que pide. «No me gustan las personas tales y cuales…» significa: «Me gustan las personas tales y cuales…». ¡Siga recibiendo garrote!

Siempre, en todo momento y para toda ocasión, evitar preguntas con inicial ‘no’ será lo más recomendable para evitar bofetadas de vuelta.

¡Hablar y escribir bien es el reto de hoy!

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