Ellos pretenden lapidar un ambicioso proyecto en el cual las mujeres son las protagonistas.

El principal factor de desestabilización consiste en no aceptar que los deportes deben ser percibidos con homogeneidad, atrás el tabú de no poder practicar o seguir alguna disciplina  por temor a ser juzgado por esa minoría que interpone con ahínco sus intereses personales.

Actualmente el  fútbol femenino en Colombia no genera esa cifra exorbitante de dinero que sí lo hace el de los hombres, quizás a muchos les cueste entender por qué ellas hoy en día ganan más espacio en un ejercicio que les permite desarrollar destrezas y capacidades, impensable en la mente machista de aquellos que se consideran dueños de la verdad.

Columna Christian Jiménez

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La política del deporte

El crecimiento del futbol femenino está soportado en la cifras que oficialmente entrega la FIFA, estimando que al año aumenta aproximadamente un 40% los índices de sintonía, donde Estados Unidos concentra la mayor participación seguida por supuesto de Europa con un mercado en expansión.

El buen presente de este deporte no debe ser la excepción en el país,  no podemos olvidar aquel buen debut en el 2017 del campeonato nacional donde las leonas de Independiente Santa Fe se impusieron con el primer trofeo local, o las jugadoras del Atlético Huila que se coronaron campeonas de la Copa Libertadores, premio que es esquivo para el fútbol masculino.

Acá la discusión no debe ser a qué género le pertenece o no un deporte, sino cuáles deben ser los planes de acción que deben asumir las autoridades para asegurar la continuidad y hacer más atractivo el fútbol profesional femenino en el país, pretender de aminorar el nivel ya alcanzado, sólo demuestra la incapacidad de un líder para anteponerse a la adversidad y los retos.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.