Las campañas contra el uso de pólvora fueron pocas. Vi de nuevo la venta de chispitas y velas romanas, expresamente prohibidas y que se ofrecieron con la misma agresividad que se venden las bebidas energizantes en todos los semáforos de la ciudad.

Pero muchos, aun no aprenden de ese peligro.

Se les olvida que el que anda con pólvora, algo se le quema. Y sí que hubo quemados: 625 según el Instituto Nacional de Salud. Qué lejos estamos de aquel 2010 cuando no hubo un solo quemado en Bogotá. 

Celebrando la llegada del 2020, a las 12, amigos y familiares se abrazaban y algunos gritamos a las 12 en punto: Feliz año todo el año.

De alguna manera estamos programados para creer que los 12 meses por venir, traerán algo mejor que el año calendario que acabamos de terminar.

Una señora feliz, me dijo sobresaltada mientras corría por la calle con una maleta dizque para viajar todo el año: “Vecino: mucha prosperidad para usted y su familia”. Le agradecí, pero inmediatamente el periodista atormentado que habita en mí se dijo, ni con el chip más positivo podría ver en el futuro de este país algo mejor.

Sin embargo, coincido con quienes creen que este, el de hoy, es el mejor país que hayamos tenido nunca. Lo cual no quiere decir que sea bueno o mejor. Las cosas, evidentemente, han cambiado. La pobreza realmente disminuyó y la violencia que no nos deja, no es igual a la de otros tiempos, aunque las cosas aberrantes que suceden obedecen a una sociedad enferma.

Luego de abrazos y fiestas vuelve la terrible realidad de un país que no le funciona sino a unos muy pocos.

Me tomé algunos días para descansar y darme un respiro de los acontecimientos que en Colombia y el mundo nos atormentan desde que despunta el sol hasta el ocaso. Hechos tenebrosos, inexplicables, terribles.

Noticias que nos atropellan sin tregua. Sin pausa.

Cambiamos de año, pero seguimos sufriendo con las mismas dolencias. Si las cabañuelas se cumplen, este año arrancó fatal no solo para Colombia, sino para el mundo.

El inicio del 2020 nos cogió con cambios en la cúpula militar por un escándalo de chuzadas y con el terrible regreso de los grupos paramilitares. Además, Duque se volvió amigo de Vargas Lleras. Claudia López nombró a la mujer de Antanas como miembro de su gabinete y a su amigo Henry Murraín como el encargado de retomar el camino de la fracasada cultura ciudadana. Son muchos años tratando de sacar adelante un plan de amor por Bogotá sin éxito alguno.

Lloramos por los canguros y koalas carbonizados y se nos dijo que al menos mil millones de animales perecieron por el temible incendio en Australia.

También vimos el zaperoco que se armó el día que Guaidó intentó entrar al Congreso y la guardia bolivariana se lo impidió. ¡Qué relajo de país! 

Anunciaron a través de un fallo de la Superindustria que Uber no puede funcionar en Colombia. Parece un chiste. Fue imposible que alguien pudiera hacer algo, eso sí todos opinan y se indignan. Los taxistas creen que ya ganaron.

Y como si no fuera suficiente con toda la sal que se le ha echado a la herida que nos duele a todos, recordamos a los 22 muchachos asesinados cobardemente por un grupo de delincuentes que se hace llamar ELN y al que una parte importante del país espera que les monten una parafernalia parecida a las de las Farc, ahora en la legalidad. Eso sin contar a los que se volaron que ahora quieren matar a Timochenko por no estar de acuerdo con los revoltosos que se devolvieron al monte, pero esta vez en Venezuela.

Amanecerá y veremos dijo el ciego. Aun tenemos 350 días por venir. Ojalá este 2020 no se deje engañar por las fatales cabañuelas que acabamos de recordar y que nuestra economía naranja, púrpura o como la quieran llamar, repunte. Por mí, por usted, por nuestros hijos.

“Hay hombres que luchan un día y son buenos, hay otros que lo hacen muchos años y son muy buenos; pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.” Bertolt Brecht

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.