¿Qué se puede hacer?

Esto suena hasta gracioso. Pero no lo es. La transformación digital también llegó para los estafadores. Las tristemente célebres pirámides siguen más que vigentes y ahora tienen canales de difusión mucho más masivos. Antes, el modelo funcionaba con pequeños folletos de papel y el voz a voz. Ahora, la propagación de estos cantos de sirena tiene el doble de fuerza gracias a WhatsApp y los grupos en Facebook.

Lo que no ha cambiado, tristemente, es algo más humano y menos digital: el afán por el dinero fácil. Que al final, ni es fácil, ni es dinero. Pero ya llegaremos a ese punto. Lo cierto es que la Superintendencia Financiera hizo la tarea y presentó un completo informe sobre los alcances que han logrado los modelos piramidales apalancados en los servicios de mensajería instantánea y las redes sociales.

William Rincón

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Algunas cifras para preocuparse. De Superfinanciera identificó que se habían captado aproximadamente 17.771 millones de pesos en pirámides y que los afectados eran alrededor de 4.240 personas. Se escribe fácil, pero tiene mucho para preocuparse. Que más de 4.200 personas hayan perdido 17 mil millones de pesos en solo dos años, retrata dos cosas:

1. La difusión aumentó a pasos agigantados.

2. La promesa de rentabilidades inverosímiles sigue siendo una tentación irresistible para miles de colombianos.

Pero ¿cómo funciona todo esto? Mientras cualquier parroquiano está trabajando le llega un mensaje de un contacto, usualmente muy cercano, que le acerca la propuesta con dos promesas: que funciona y que recuperará la inversión con unas ganancias importantes. Se combinan dos cosas en este punto, una digital y otra sentimental.

Por un lado, está el tema de tener la posibilidad de enviar mensajes de difusión que permiten en cuestión de minutos alcanzar a cientos de personas en cuestión de segundos. Por otra parte, está el componente más complejo, el de la confianza con un familiar o un amigo cercano. Ese, si me preguntan, es el factor que genera el verdadero peligro.

William Rincón

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En cuanto a las redes sociales, la clave son los grupos. Usualmente, el movimiento de estas pirámides se da en grupos cerrados en los que se va creando una comunidad. De nuevo, la confianza y el uno a uno siguen siendo los dos valores, que no tienen nada de digital, que resultan los más influyentes a la hora de entregar los ahorros ante una promesa que, tristemente, termina en engaño y en platica pérdida.

Para desarrollar este artículo hablé con dos contactos que, en algún momento, promovieron iniciativas económicas en las que había que hacer una inversión y que, sin mayor esfuerzo, había la promesa de recibir rentabilidades, siempre y cuando, unieran a más y más contactos a la cadena. Básicamente, reiteraron dos cosas: hay un cierto aspecto de libertad al momento de invertir sus recursos en lo que ellos consideran un negocio. “Es mi plata, yo veré cómo la invierto (o gasto)”. Y el segundo, en un tono menos retador, es “el tema funciona, si uno se sabe salir a tiempo”.

Lo cierto es que los estafadores han encontrado una veta en el mundo digital, porque el mensaje tentador se puede masificar en segundos, cosa que con el voz a voz tardaba meses. Y, los más preocupante, es que estas modalidades de robo siguen más vigentes que nunca porque miles de personas consideran que tienen el control sobre sus inversiones y, paradójicamente, sobre sus emociones.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.