Una investigación realizada por El Tiempo puso en evidencia la difícil situación que vivieron varias familias que buscaban una solución para los problemas de adicción de sus hijos.

Se trata de la IPS Resurgir a la Vida, que estaba ubicada en el barrio Normandía, en el occidente de Bogotá, y a la que llegaban jóvenes, de diferentes edades, para ser tratados por su adicción a las drogas, el juego, problemas alimenticios o por tener ideas suicidas.

Según los testigos consultados por El Tiempo, nunca recibieron un tratamiento para dejar las conductas por las que fueron internados; todo lo contrario, denunciaron maltrato, violencia y acosos por parte de quienes fungían como líderes dentro del recinto.

(Vea también: Actriz que hace de mujer maltratada en bionovela de Arelys Henao sufrió violencia)

Los testimonios coinciden al describir cómo funcionaban las cosas allí adentro. Los relatos recogidos por el medio, aseguran que los directivos del lugar eran conocidos como ‘El Estado’; Jairo Masmela García, era el representante legal; Álvaro Azcárate, de 21 años y  estudiante de fisioterapia; y su padre, Tiberio Azcárate, profesional en ciencias del deporte, eran los facilitadores y completaban una especie de cúpula.

Hoy, estos tres hombres se encuentra tras la rejas y fueron imputados por la Fiscalía por los delitos de tortura agravada con fines de castigo y discriminación, secuestro simple, amenazas y concierto para delinquir.

Testimonios sobre acoso y maltrato

La investigación realizada por la Fiscalía dio cuenta de la forma como ingresaban, contra su voluntad, a los pacientes a esta IPS; así mismo, pudieron evidenciar cómo era que se presentaban los casos de maltrato al interior de las instalaciones.

“En muchas ocasiones habían ingresado al inmueble dopadas o amarradas para que no se resistiesen. (…) Cada interno que ingresó habría sido desnudado, amarrado y bañado con mangueras y escobas, con el supuesto de que era la forma de limpiarle las impurezas”, indicó Semana citando lo dicho por la Fiscalía durante la imputación de cargos.

“A los recién llegados nos decían parásitos porque, según ellos, no servíamos para nada. Nunca nos hacían terapia (…)  Era tenaz porque encontraban cartas de personas pidiendo ayuda para que las sacaran de allí. Un día nos castigaron. Cogieron agua y nos mojaron. Duramos como tres horas aguantando frío. El agua cochina entraba por nuestras bocas”, indicó uno de los jóvenes contactados por El Tiempo.

(Vea también: Mujer que estaba en la cárcel por pegarle a su novio quedó libre y volvió a atacarlo)

Esta víctima también relató que los directivos del lugar acudían a diferentes estrategias para presionar a los internos y evitar que contaran a sus familiares lo que estaba sucediendo.

Si la intención era fugarse, los custodios del centro les indicaban que por la parte de atrás de la IPS había una empresa de seguridad que les podría disparar si intentaban salir de allí.

El Tiempo incluyó en su investigación el testimonio de una mujer, la cual también denunció agresiones y maltrato. “También me bañaron delante de todo el mundo y me asignaron a una hermana mayor. Una vez asearon a una compañera con una escoba y jabón en polvo. Era humillante”, relató la víctima.

Esta mujer contó que a una compañera con trastorno bipolar le suministraban “muchos medicamentos” y por ende se quedaba dormida. “Le echaban agua con atomizador. Y otra le pegábamos mucho en las piernas, la vimos desnuda muchas veces, tenía implantes en las nalgas y por los golpes se le dañaron. A ella la doctora una vez la golpeó en la cara con un zapato y se la volvió nada”.

Lee También

Como estos, hay varios relatos que siguen saliendo a la luz luego de que fueron capturados e imputados los directivos de la IPS.

La Fiscalía cree, según Semana, que estos métodos y la forma cómo mantenían a los internos, buscaba ocultar el hacinamiento, la falta de medidas sanitarias, el poco acceso a espacios al aire libre y la escasa ventilación de la que eran víctimas los internos.