Por: LA PATRIA

Noticias de Manizales y Caldas: todo en actualidad, investigación, deportes, vías y noticias de la región en La Patria.

Este artículo fue curado por pulzo   Sep 18, 2025 - 10:36 pm
Visitar sitio

La reciente aprobación unánime en el Senado de Colombia de los artículos 1, 5 y 7 del proyecto de Ley 212 de 2024 representa un avance fundamental para la educación superior pública del país. Esta decisión modifica artículos clave de la Ley 30 de 1992 y sienta las bases para un nuevo modelo de financiamiento, que implica aumentos presupuestales progresivos y sostenibles durante quince años, hasta alcanzar como mínimo el 1% del Producto Interno Bruto (PIB). El desembolso anual estará ajustado al Índice de Costos de la Educación Superior (ICES), calculado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), o al Índice de Precios al Consumidor (IPC), mecanismos que darán mayor previsibilidad y estabilidad a los recursos universitarios.

Este paso legislativo constituye una respuesta concreta a los reclamos históricos de las universidades públicas, que han enfrentado por más de una década serias limitaciones derivadas del desfinanciamiento. De acuerdo con José Daniel Rojas Medellín, ministro de Educación, la reforma salda una "deuda histórica" y permitirá ampliar el acceso universitario, mejorar la calidad y fortalecer la permanencia estudiantil, factores todos que aportan al desarrollo nacional. Las deficiencias presupuestales se han traducido en carencias para aumentar la cobertura, cerrar brechas regionales, mejorar el bienestar y reforzar la planta docente.

El problema de la insuficiencia financiera tomó mayor relevancia desde 2009, revelan reportes periodísticos y voces académicas como Carlos Mario Marín Correa, quien ya en 2012 planteaba la urgencia de ampliar los fondos para asegurar la calidad y la equidad. Sin embargo, el obsoleto modelo de financiación no permitió avanzar al ritmo requerido, pese a los esfuerzos institucionales y las reiteradas protestas estudiantiles que reclamaban cambios más profundos y estructurales.

A nivel internacional, la situación de las universidades públicas en Colombia encuentra ecos en otras naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), donde la inversión pública suele situarse alrededor o por encima del 1% del PIB y los ajustes a la inflación se hacen con indicadores diseñados específicamente para el sector educativo. El uso del ICES como referente en Colombia emula estas buenas prácticas, otorgando dinamismo y confiabilidad al proceso de asignación presupuestal.

Lee También

El apoyo al proyecto ha sido transversal. Voces como la del senador Pedro Flórez destacan la importancia de que el Congreso haya alcanzado consenso para cerrar las brechas existentes. Al mismo tiempo, rectores como Fabio Arias, de la Universidad de Caldas, recuerdan los desafíos históricos que han enfrentado las instituciones, obligadas a recurrir en ocasiones a créditos de Findeter ante la falta de recursos públicos acordes a sus necesidades. La expectativa es que la ratificación definitiva por el Senado impulse una transformación de fondo, inaplazable desde hace más de tres décadas.

No debe pasarse por alto el relevante papel de estudiantes, docentes y trabajadores del sector, quienes mediante movilizaciones y debates públicos han exigido al Estado responsabilidad y política de financiación adecuada. El Gobierno subraya que esta ley representa el mayor cambio en el financiamiento educativo en décadas, y que fortalecerá la equidad y la calidad, pilares de un desarrollo incluyente y sostenible.

La implementación efectiva del modelo requerirá vigilancia y una política pública sólida, que garantice la conversión de los recursos en mejoras tangibles para la educación superior. Expertos de la política educativa puntualizan que disponer de fondos suficientes es indispensable, pero también se precisan transformaciones institucionales, pedagógicas y una mejor articulación con las demandas tanto regionales como globales.

En conclusión, la actual reforma legislativa constituye un punto de inflexión para las universidades públicas, con una visión a largo plazo de financiamiento progresivo y políticas orientadas a cerrar inequidades históricas, que alinean a Colombia con parámetros internacionales y responden a las expectativas de una sociedad cada vez más exigente en materia de educación.

¿Cuáles son las diferencias entre el Índice de Costos de la Educación Superior (ICES) y el Índice de Precios al Consumidor (IPC) en el contexto universitario? El ICES y el IPC son indicadores económicos calculados por el DANE, pero tienen propósitos distintos. El ICES mide la variación específica de los costos asociados a la prestación de servicios de educación superior —como salarios docentes, materiales académicos o infraestructura—, mientras que el IPC refleja la variación promedio de los precios de una canasta general de bienes y servicios en el país. En el contexto universitario, el uso del ICES para ajustar los presupuestos permite a las instituciones anticipar de manera más precisa las necesidades financieras reales, en comparación con el IPC, que puede no reflejar los costos particulares del sector educativo.

¿Por qué las universidades públicas han recurrido a créditos de Findeter y cuáles son sus implicaciones? Las instituciones de educación superior públicas, según lo señalado por autoridades universitarias como Fabio Arias, han debido solicitar préstamos a Findeter —una entidad pública dedicada a financiar proyectos— ante la insuficiencia de recursos estatales. Esta práctica ha permitido sostener proyectos y atender necesidades urgentes, pero implica endeudamiento institucional y posibles restricciones financieras futuras, dado que los créditos deben ser devueltos con intereses, restando flexibilidad al uso autónomo de los recursos y afectando la capacidad de inversión en mejoras académicas o de infraestructura.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

* Pulzo.com se escribe con Z

Lee todas las noticias de nación hoy aquí.