El Gobierno Nacional ha sido una contradicción constante entre el discurso en la opinión pública y las decisiones tomadas al interior del Palacio de Nariño. Más que una contradicción, en el fondo, recurre de manera constante al eufemismo para minimizar su política anti derechos y transformar el lenguaje para explicar con expresiones decorosas sus arremetidas contra el territorio, la identidad, los distintos grupos de población, la vida misma. Este lenguaje y decisiones necesitan ser deliberadamente desaprobadas por la ciudadanía.

Quiero detenerme sobre lo último. La Resolución 110 del 28 de enero expedida por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, “por la cual se establecen las actividades, requisitos y procedimiento para la sustracción de área de las reservas forestales nacionales y regionales para el desarrollo de actividades consideradas de utilidad pública e interés social y se dictan otras disposiciones”.

A pesar de que Colombia se ha comprometido recientemente con el Acuerdo de Paris y Duque en la COP26 habló del compromiso de su gobierno con la protección del medio ambiente, encontramos que sus decisiones están diametralmente opuestas a los compromisos adquiridos en el exterior.

En esta resolución le otorga la competencia al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y a las Corporaciones Autónomas Regionales para realizar la sustracción de área de las reservas forestales. Sí, sustracción. Pero… ¿qué es sustracción? El artículo 4 de la resolución indica que “es el levantamiento de la figura legal a un área debidamente delimitada de la reserva forestal para adelantar un proyecto, obra o actividad de utilidad pública e interés social”, así mismo, indica que podrán adelantar actividades de explotación diferente de la forestal, aunque, advierte que se permite sólo sí no se perjudica la función protectora de la reserva.

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Esta situación ha tenido antecedentes en Colombia pasando por la sonada locomotora minero energética. Hace parte de las lógicas económicas que mueve el mundo global en el que los países como Colombia son exportadores de materias primas y objeto de explotación de multinacionales y esta resolución otorga la flexibilización en el trámite para suspender o quitar el reconocimiento de reserva forestal a áreas protegidas.

Hablar de la sustracción de áreas de reserva forestal es reconocer que esto hace parte de los eufemismos, decisiones y acciones que atentan de frente contra la vida, las diferentes especies que poblamos nuestro territorio. Los aspectos sociales, económicos, políticos, culturales y biológicos están interrelacionados, esto implica reconocer que la exploración sobre las zonas de reserva forestal desde un interés económico, afectan los aspectos biológicos, afecta la vida.

Seguramente el Gobierno Nacional seguirá asumiendo este tipo de decisiones fundamentado en su discurso de desarrollo y progreso económico. Sobre todo, aquí buscarán suplir los intereses de empresarios y multinacionales que sostienen el proyecto político que hoy representa Iván Duque en Colombia. En diferentes regiones del país estaremos en un conflicto socioterritorial, una disputa por el territorio y la resistencia para que la naturaleza no sea consumida bajo las lógicas del mercado.

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Y es que el panorama preocupa. El reconocido activista y docente Camilo Prieto hizo una denuncia a través de Twitter con el comunicado de la empresa canadiense Rugby Mining Limited en la que comunica las actividades de exploración de Cobre en el Departamento del Chocó durante los próximos meses.

En la última semana, el Tribunal Superior de Barranquilla se pronunció advirtiendo al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible que esta resolución pone en una situación de vulneración de los territorios de comunidades indígenas. De la misma manera, el representante a la cámara Juan Carlos Losada instauró una acción popular ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca contra dicha resolución.

Llegado a este nivel de dominio del ser humano sobre la naturaleza mediado sobre intereses económicos, me parece que individualmente cada uno y cada una debemos responder: ¿nos estamos politizando entorno a las discusiones ambientales y los desafíos del cambio climático? ¿Estamos ecologizando los espacios políticos y la vida familiar? ¿La defensa de la naturaleza es un asunto simbólico o será colectivamente nuestro proyecto académico, político, ético y de vida?

Autor: Luis Humberto Perdomo Romero es politólogo en formación (Univ. Surcolombiana). Ponente en Congresos Internacionales y Nacionales de Ciencia Política. Ha participado en proceso de investigación a través de semillero, voluntariados y escuelas de formación con jóvenes. Líder estudiantil con un recorrido de 5 años, fue miembro del Consejo Superior de la Universidad Surcolombiana. Integrante del Colectivo ambientalista Globo Verde en el Municipio de Neiva.

Este artículo fue publicado por La Gaitana, que encuentran en Facebook como La Gaitana Periodismo Independiente, en Instagram como @lagaitanaperiodismo y en su página web www.lagaitanaportal.com