Los habitantes del municipio de El Copey (Cesar) tendrán la posibilidad nuevamente de sepultar a sus seres queridos en el mismo pueblo. La Alcaldía Municipal anunció que retomarán las obras del cementerio alterno esta semana para acabar con la ‘tragedia de no tener a dónde llorar a sus muertos’. 

El mandatario Francisco Manuel Meza Altamar manifestó que tras unas valoraciones que realizó la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, UNPB, y la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, se comprobó que el lote escogido para el proyecto no es de interés morfológico.

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“Allí no hay ningún resto óseo que pueda ser de interés forense para la entidad, por lo tanto, se podría continuar la obra que, por cierto, daremos inicio esta semana con miras de una alternativa de solución para la problemática que tenemos en el municipio de no tener dónde enterrar a los difuntos”, manifestó Meza Altamar.

El terreno ubicado a las afueras del municipio consta de tres lotes, de los cuales solamente en el número uno está proyectado utilizar 1.610 metros para la ubicación de 800 cuerpos, zonas verdes y zonas duras, además de instaurar el servicio de inhumación.

Los otros dos están siendo intervenidos por la UNPB con el fin de recuperar los restos de personas que habrían sido víctimas del conflicto armado y de ejecuciones extrajudiciales en el departamento del Cesar. 

De acuerdo al último reporte de la UNPB, en los trabajos han recuperado 37 estructuras óseas de personas posiblemente asesinadas entre el periodo 1996 -2002.

“El lote uno quedó exonerado de donde se está interviniendo, no hace parte de la medida cautelar y podemos trabajarlo. Ellos hicieron todos los diagnósticos, revisiones y por fortuna nos dieron la razón”, puntualizó Meza Altamar.

La urgencia de la obra responde a las precarias condiciones en las que se encuentra el cementerio central que, además de estar ubicado en un suelo no permitido para esa actividad, cuenta con bóvedas demasiado viejas que representan un riesgo sanitario.

A esto se suma un nuevo mal como la invasión de más de mil caracoles africanos, motivo por el cual la Alcaldía Municipal mediante decreto prohibió por ocho días las visitas en el campo santo.