“No estoy interesada en cómo se mueve la gente, sino en qué la mueve” es la frase de Pina Bausch, la coreógrafa alemana, que se le vino a la cabeza a Catalina Valencia el día que Claudia López le entregó la responsabilidad de dirigir el Instituto Distrital de las Artes, en enero de 2020.

Seguramente hoy la gestora cultural debió recordar la misma frase, cuando la alcaldesa anunció que Valencia se encargará de la Secretaria de Cultura de Bogotá, cargo que asumirá desde este miércoles.

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A los 15 años, Valencia se topó con el ballet. “A ella la movía el arte, en todas sus acepciones, y con el arte, por el arte, la zarandeaban las desigualdades sociales, el hambre de la gente. Le dolía el país. Le dolía que la gente se matara porque sí, y las bombas y la sangre y que la vida no fuera sagrada, y que el dinero lo corrompiera todo, o casi todo. Le dolían la indiferencia y la comodidad, y cuando bailaba de alguna manera aquellos dolores atravesaban sus movimientos”, escribió Fernando Araújo Vélez en el perfil que le hizo hace dos años a la entonces Directora del Instituto Distrital de las Artes (Idartes).

“Bailar era una especie de lucha contra todo aquello. Su vida era bailar, aunque no estuviera bailando, porque el movimiento era el principio de su lucha”.

La bailarina se formó, a nivel académico, en la Universidad Nacional de las Artes, en Buenos Aires, donde estudió composición coreográfica, y más adelante, gestión cultural en la Universidad de Buenos Aires. “Pero más allá de los estudios académicos y de los manuales, aprendió de la gente, del pasado, de los procesos y de todas las cosas que veía día a día, hora a hora”, afirmó Araújo Vélez. Su apuesta ha sido, desde entonces, que el arte permee la vida de la gente y la transforme, como le sucedió a ella. Ese momento sublime de la contemplación, de la apreciación y también, por qué no, del disfrute debe convertirse en un acto cotidiano. Si logramos conmovernos con lo sutil, lo impredecible, lo armonioso y también lo doloroso, podemos decir entonces que el arte ha impregnado nuestra vida cotidiana o, mejor aún, que la creatividad ha movido nuestra humanidad”, escribió en una columna para este diario.

Así asumió su cargo a la cabeza del Idartes: “Hoy, en mi desafío, es una prioridad amplificar y honrar las voces de tantos creadores y dignificar su apuesta y su puesta en escena. Una ciudad que baile, que pinte, que lea, que actúe… una ciudad en manos de la creatividad de la gente”.

A escasos dos meses de que comenzara su cargo llegó la pandemia y con ella llegaron nuevas dificultades para el sector de la cultura. Sin embargo, de acuerdo con sus declaraciones, se dispuso a abogar por su reactivación. “Debo decirlo: no hay nada que extrañe más que entrar a una librería y comprar un ejemplar después de recorrer varios estantes o elegir una obra, un concierto o una película y, desde el primer momento, ocuparme del lugar de la sala en la que estaré sentada. Hasta el vestido para llegar es un detalle finamente cuidado en ese templo que es para mí un teatro. Los rituales que antecedían ese momento eran tan alegres o minuciosos como el hecho mismo. Ir al encuentro con los otros en recintos pequeños o grandes era habitual, pero no intranscendente, pues siempre había alguna sorpresa; cada alegría era distinta, cada decepción también”, afirmó en octubre de 2020.

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“La pandemia minó esos rituales. Ahora estamos obligados a una extraña distancia, la proximidad nos planteó un conflicto: obligados a habitar nuevos lugares, salimos a las calles, al aire libre, a mirarnos de lejos, a evitar los gérmenes, esas moléculas invisibles que vuelan a velocidades inapreciables. Debemos entonces reinventar la proximidad, ya que el encuentro con los otros será distante. A través de la expresión de los ojos tendremos que reconocer la risa y la picardía”.

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Un año después de que iniciara la pandemia, Valencia escribió una vacuna para la tristeza, un texto que le daba la bienvenida a la apertura de puertas de los escenarios culturales de la ciudad. “Durante varios meses fuimos testigos del conmovedor esfuerzo de los artistas por mantener activa la llama de la imaginación a partir de un sinnúmero de espectáculos virtuales. Ahora los escenarios abren sus puertas de nuevo de par en par, dando paso a que las diferentes formas de encuentro sensorial, intelectual y emotivo con el público se lleven a cabo. Estamos en los inicios de la reactivación del sector y la meta es y será generar empleos y fortalecer procesos productivos”, aseguró.

Y durante el año que le siguió a aquel texto se destacaron iniciativas del Idartes como el Programa de Festivales al Parque, el proyecto de “Museo Abierto de Bogotá” y el I Foro Panamericano de Gestión del Conocimiento en las Artes. Sobre el primero, que alude a eventos como Hip Hop al Parque, Rock al Parque y Jazz al Parque, Valencia expresó en diciembre de 2021 que los festivales volverían renovados.

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El balance del primero de ellos, que tuvo lugar en julio de este año, fue positivo. “El hip hop es un movimiento cultural de gran arraigo en Bogotá, que se ha consolidado como un espacio para la creación y pluralidad. En esta edición, logramos mostrar sus diferentes facetas y, sobre todo, las tendencias actuales que no solo trajeron a un público nuevo y diverso, sino que Hip Hop al Parque se consolidó como un espacio de respeto, tolerancia y disfrute, dejando atrás los estigmas y reivindicando el lema de estos 25 años, Mi tema es el respeto”, expresó.

De acuerdo con la Secretaría de Cultura de Bogotá, Catalina Valencia, la bailarina y gestora cultural, asumirá el cargo de directora de la institución desde este miércoles, en reemplazo de Nicolás Montero, quien habría pasado su carta de renuncia después de dos años y medio, de acuerdo con Semana.