
David Zuluaga (26 años) tenía solo 14 años cuando inició un proceso que, según estaba convencido en ese momento, le haría bien, porque le sacaría el “demonio” que tenía adentro. Actualmente es profesor, coordinador de un colegio público, parte de la comunidad LGBTIQ+ y sobreviviente a una terapia de conversión, pero en ese entonces no sabía lo que estaba atravesando. Esta es su historia, que se parece a la de millones en el mundo.
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Tiene pelo castaño y de largo medio, ojos almendrados y pequeños, barba estilo candado, labios delgados y una candonga plateada pequeña en su oreja derecha. Curiosamente, su aspecto da aires a como históricamente se ha retratado a Jesús, la figura en pro de la cual vivió su vida desde pequeño y adolescente y a la que juraba fidelidad en la misma iglesia en la que terminó siendo víctima de varios esfuerzos por cambiar su forma de ser.
“Desde los 8 años había sufrido procesos de discriminación en el colegio. Me hacían bullying y fui víctima de maltrato por una diferencia marcada en mi forma de existir. Ya a los 12 años había pasado por dos intentos de quitarme la vida por esta situación”, narró a Pulzo sin titubear y con el convencimiento de que su historia es la muestra de lo vulnerable que puede llegar a estar alguien que inicia una mal llamada “terapia de conversión”.
En medio de su fragilidad, a los 12 años, conoció una comunidad religiosa católica, laical, apostólica y misionera bastante reconocida en Colombia. Se enlistó para hacerse misionero, entró en proceso de consagración y asistió a retiros espirituales.
Cuenta que pensó que esa comunidad era su lugar en el mundo, un espacio seguro en donde podía ser él mismo, pero resultó ser lo contrario. Daba charlas, cantaba y tocaba la guitarra.
“A los 14 fui donde la directora, le conté sobre mi orientación sexual, me acerqué confundido. Me retiraron todas las actividades y se anunció en la comunidad que yo iba a entrar en un proceso de conversión y que necesitaba mucho apoyo de la comunidad”, narró.
En los retiros le hacían constantemente el ritual de la bendición de María Auxiliadora, una especie de “liberación” o “exorcismo” hecho por laicos. Nunca le habían hecho eso, pero de ese momento en adelante pasaría por varios de esos episodios que para él eran incómodos y dolorosos.
“Me tiran al suelo, empiezan a forcejear conmigo. Decían: ‘vamos a liberarte del espíritu de la homosexualidad'”, contó sobre las repetidas ocasiones en las que tuvo que aguantar lo que llamaban liberaciones.
Los rituales estuvieron acompañados de procesos de mortificación: ayunos constantes que le causaron una úlcera gástrica, portar una piedra en el zapato y hacer oración para que “el Señor permita liberación”.
A los 17 años la directora de la comunidad le dijo que su misión era entregarle su castidad al señor y él, confundido, ingresó a un seminario para volverse sacerdote y cumplir ese objetivo.
“Me di cuenta de que los seminaristas también viven su sexualidad de cierta manera. Pasado el año no seguí, quería vivir una vida en coherencia y me fui separando poco a poco de la religión”, agregó.
David se convenció de no hay nada que curar
No permitir que siguieran tratando de cambiar su orientación sexual no fue un proceso fácil, pues ni siquiera había reconocido que había sido víctima de una “terapia de conversión”. Luego de entrar a la universidad y pasar por terapia con un psicólogo, David buscó información y logró nombrar lo que le habían hecho.
“No es fácil decir: ‘fui vulnerado, permití que me hicieran eso’. Entonces también fue un proceso de aceptación. La responsabilidad me la achacaba a mí, diciendo: ‘¿por qué permití que me hicieran ese tipo de cosas?’. Luego fue el camino de darme cuenta de cuál era el estado de vulnerabilidad en el que me encontraba y por el cual permití que me hicieran esas cosas”, dijo.
Luego de estudiar su caso y darse cuenta de era un sobreviviente, logró reconocer que vulneraron su cuerpo, su identidad y su historia, que muchas personas han pasado por esta situación y que su forma de ser no es territorio de lucha.
“Si tu expresión de fe te lleva a maltratar, a discriminar y a torturar, pues la pregunta ni siquiera recae sobre la teología, recae sobre tu moral como persona, porque estás maltratando a otra persona“, agregó al respecto, y también se refirió a que el proyecto de ley que actualmente cursa en el órgano legislativo colombiano.




¿Qué es una “terapia de conversión”?
Ha sido históricamente llamada de esta forma, pero realmente no debería ser nombrada así. Es un término que se refiere a intervenciones de todo tipo que tienen como creencia que la orientación sexual o identidad de género de una persona puede cambiarse, según lo señala un informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
“Dichas prácticas apuntan (o pretenden apuntar) a cambiar a las personas de gays, lesbianas o bisexuales a heterosexuales y de transgénero o género diverso a cisgénero. Dependiendo del contexto, el término se usa para una multitud de prácticas y métodos, algunos de los cuales son clandestinos y, por lo tanto, están poco documentados”, agrega la entidad.
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¿Qué es Ecosieg?
Las siglas hacen referencia a los esfuerzos de cambio de orientación sexual e identidad y expresión de género (Ecosieg). El término es utilizado en legislaciones de otros países y en el actual proyecto de ley que busca prohibirlos mediante trámite en el Congreso de la República.
Así las cosas, hablar de “terapias de conversión” es utilizar un mal término puesto que la palabra “terapia” sugiere que hay algo que curar, pero como lo repiten David y demás víctimas, en las identidades diversas “no hay nada que curar”.
Cabe mencionar que en 2012, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señaló que las “terapias de conversión” no tienen justificación médica y representan una grave amenaza para la salud y los derechos humanos de las personas afectadas. En 2016, la Asociación Mundial de Psiquiatría descubrió que “no hay evidencia científica sólida de que se pueda cambiar la orientación sexual innata”.
¿Qué busca el proyecto de ley sobre “terapias de conversión” en Colombia?
El proyecto de ley 272 de 2024, busca “prohibir los esfuerzos de corrección y/o represión de orientación sexual e identidad y expresión de genero (Ecosieg) en el territorio nacional y promover la no discriminación por motivos de orientación sexual, identidad y expresión de género en las redes de salud mental y otras instituciones”.
Entonces, de aprobarse, quedarían prohibidas estas prácticas, tanto por personas naturales, como jurídicas, así como profesionales o no profesionales de la salud en menores y mayores de edad.
Así, con el esfuerzo de la comunidad LGBTIQ+, que se ha empeñado por el trámite de este proyecto, los sobrevivientes y posibles víctimas tendrían un alivio. Y aunque no es resolver la vida de todo un sector, sí sería enviar un mensaje clave a la sociedad colombiana.
“Hemos vivido en un sistema que nos discrimina y cree que nuestras identidades son incorrectas y nuestras existencias no son válidas. […] Somos seres valiosos y no somos ciudadanos de segunda categoría. […] Deben haber estrategias para buscar que la ley nos proteja, que restablezca el mundo para nosotros y que confirme que nuestras identidades no son territorios de disputa”.
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