“Antes, nosotros, las familias, le consignábamos a la persona de la tienda ( hay una en cada patio) y ellos le daban a los internos lo que pidieran; galletas, gaseosas, papas, entre otros productos. Sin embargo desde noviembre del año anterior las tiendas tienen muy pocos productos. La venta es restringida”, dijo el pariente de un interno de la cárcel de Picaleña, en Ibagué, que prefirió reservar su identidad.

Añadió que la situación les preocupa porque en la cárcel, la última comida que da el Inpec es a las 3 de la tarde. “En la noche ellos tienen hambre y no tienen qué comer porque la tienda ya no vende los productos de antes. Además de que la comida que entrega el Inpec no es muy buena”, refirió.

¿Anchetas? 

En el Coiba de Picaleña hay más de cinco mil internos. Foto archivo Q’hubo.

Según el testimonio, al Patio 10 sí habrían permitido el ingreso de mercados de millones de pesos. “Nos informaron que en los próximos días van a empezar a vender unas anchetas y que la más económica, que tendría unos seis o siete productos, costaría 150 mil pesos. Es decir, con lo que antes consignábamos al mes, ahora solo podremos comprar una ancheta”, dijo. En la cárcel hay rumores de que los del Patio 10 van a revender los mercados que les habrían dejado ingresar. Así las cosas, las familias piden igualdad y que antes de implementar alguna estrategia, las directivas piensen en la economía de las familias.

“Comida regular”

Las familias aseguran que la alimentación que le dan a la población carcelaria es precaria. “Las sopas o caldos son agua con una papa dura. Los fríjoles son solo el caldo y algunas veces las frutas salen dañadas. La cena es tipo 3 de la tarde por lo que en la noche les da hambre. Antes pedían en la tienda de acuerdo a lo que uno consignaba pero ahora ya no pueden porque casi no hay productos”, refirió la fuente.