Los cuatro protagonistas del último giro conocido dentro de la historia de corrupción de Odebrecht en Colombia parecen no tener nada que ver. Sin embargo, sus hilos se han entrecruzado desde hace años, pues tienen un común denominador: el contrato que, en 2014, prometió la tan anhelada navegabilidad del río Magdalena.

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Las cabezas de esta nueva historia son: la multinacional brasileña, la familia Gerlein, la Contraloría y el FBI. Seis años después de que estallara el escándalo de corrupción que develó todo un entramado de coimas de la constructora para quedarse con millonarios contratos de infraestructura, esta semana revivió el caso de Navelena, del que poco o prácticamente nada se sabe.

El muerto lo revivió el recién posesionado contralor, Carlos Rodríguez. Por recomendación de dos dependencias de la entidad, el alto funcionario declaró que este capítulo de la historia de Odebrecht es uno que debe tener carácter de interés nacional. La consecuencia directa y más inmediata de esta determinación es que la investigación por presuntas irregularidades en la contratación no va a archivarse.

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Horas antes de que el caso prescribiera, Rodríguez firmó el auto en el que quedó claro que existen dudas sobre la contratación, pagos, diseños y estructuración del proyecto que, en 2014, Cormagdalena le entregó a Odebrecht y a la firma Valores y Contratos (más conocida como Valorcon) de la familia barranquillera de los Gerlein.

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Quien encendió las alarmas por la decisión de la Contraloría fue el periodista Daniel Coronell, quien agregó en su reporte que el FBI ha estado siguiéndola la pista en Colombia a varias investigaciones sobre el caso de Odebrecht. Según la publicación, la Unidad Internacional Anticorrupción de esa agencia federal comisionó al agente especial Michael Lewandowski como el encargado del capítulo colombiano.

Se trata de un funcionario de altísimo perfil, pues se le atribuye el éxito de la extradición de los hijos del expresidente de Panamá, Ricardo Martinelli, quienes terminaron confesando que recibieron más de US$28 millones de dólares de sobornos de la multinacional. Todo, dijeron, por orden de su padre.