Este domingo 3 de abril se reabrió el icónico Palacio del Colesterol, lugar que desde hace varias décadas se convirtió en una tradición para muchos hinchas que se congregan para departir antes y después de los partidos que se disputan en el estadio El Campín, en Bogotá.

Su reconocimiento es innegable, pues se le considera como un patrimonio cultural y gastronómico de la ciudad, por lo que su regreso fue celebrado por muchos de sus clientes.

Después de ser cerrado hace más de un año producto de la pandemia del COVID-19, los vendedores se han mostrado optimistas con la reapertura puesto que esperan a que vuelva a ser visitado en gran magnitud. Sin embargo, uno de sus líderes confirmó que existe una preocupación respecto al permiso que tienen actualmente.

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El Palacio del Colesterol no estaría todo el año

Carlos Julio Parra, vocero de la Asociación Comidas Típicas Palacio del Colesterol, contó en Caracol Radio que después de varios esfuerzos lograron volver a su sitio de trabajo.

“Gracias a Dios nos reactivamos este 3 de abril. No pudimos hacerlo antes porque esas instalaciones estaban destruidas después de dos años. Ahorita estamos endeudados porque la obra costó 12 millones de pesos”, dijo inicialmente.

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De acuerdo con su relato, la mitad de esos 12 millones fue para la mano de obra que adecuó las instalaciones, mientras que la otra parte se destinó para el material que se gastó en las obras. No obstante, y pese a los esfuerzos que hicieron los comerciantes para reabrir el icónico lugar, aún no es seguro que se queden permanentemente.

“Supuestamente la señora Blanca Durán (directora del IDRD) nos dio un permiso hasta el 31 de diciembre, pero el permiso realmente va hasta el 31 de abril porque allí tenemos un compañero que ha vivido allí durante mucho tiempo y la señora dice que hasta que no se la entreguemos no nos firma el permiso hasta diciembre”, añadió.

Otra de las quejas que puso Parra fue que ahora pagan seguridad privada, por lo que en cualquier momento “les da por poner candado y quedamos por fuera”.

El hombre elevó una petición al presidente y los concejales para que declaren el lugar como patrimonio gastronómico cultural de Bogotá, no sin antes lamentar la actitud que tendría la directora del IDRD.

“No tenemos la certeza de que nos vayan a dejar porque, no sé por qué, pero la señora es homofóbica al fútbol y a la fritanga”, concluyó.