Después de que el presidente Iván Duque convocara a la Casa de Nariño a los representantes de gremios, partidos políticos y a los organizadores del paro nacional —que este viernes llega a su noveno día— para tratar de encontrarle una salida concertada a la crisis que incluso ya viene siendo registrada por medios internacionales, la alcaldesa de Bogotá llamó la atención sobre un detalle que el mandatario no ha tenido en cuenta.

El grueso de las manifestaciones que sacuden al país desde el pasado 28 de abril lo constituyen jóvenes, que son, para múltiples analistas, los más afectados con la situación que atraviesa el país producto de las restricciones debidas a la pandemia del coronavirus.

La mayoría hacen parte de organizaciones legítimamente constituidas; otros, como lo han denunciado las autoridades, son instrumentalizados por grupos al margen de la ley para cometer actos vandálicos, y unos más conforman protestas espontáneas y desorganizadas que buscan reivindicaciones de cualquier tipo.

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Todos suman, pero sus voces no pueden ser escuchadas ahora por dos razones fundamentales: no han sido convocados a hablar con el Gobierno, y, en muchos casos, no cuentan con los liderazgos necesarios para canalizar sus demandas. No tienen voceros. O, simplemente, no los quieren tener.

Su voz es la acción. Es lo que ocurre, por ejemplo, en Cundinamarca, en donde el secretario de Movilidad se queja de que no puede negociar porque cuando llega a un acuerdo con un grupo y se levanta un bloqueo, otro grupo levanta una nueva barricada. Dijo, además, que son grupos de cuatro a seis jóvenes.

A ese respecto se refirió este viernes Claudia López, antes de ir a la Casa de Nariño, invitada como otros alcaldes y gobernadores de regiones en donde se siente más duro la protesta. El punto de su planteamiento es ¿con quién se están reuniendo en la Casa de Nariño?, ¿a quiénes representan las personas con las que habla el presidente?

Los que llevan en la calle 8 días son los jóvenes. Son los jóvenes que hoy no estudian, no trabajan, se ven sin futuro. Son los últimos en el empleo, son los últimos en la educación, son los últimos en la vacunación”, dijo López. “Entonces, pues claro que tienen un temor infinito”.

Después, celebró que el presidente, en vez de la conmoción, “haya invitado al diálogo. Buena señal. Buena señal. Pero el diálogo de yo con yo no sirve. Yo no digo que no se dialogue con el Congreso, con los alcaldes, con los partidos. Pero con los principales protagonistas de esta movilización que son los jóvenes es como lo obvio”.

“Sé que no es un diálogo fácil, en el sentido de que en las calles hay muchos tipos de jóvenes, es una cosa no necesariamente organizada. No es tan fácil”, agregó, y dio unas ideas de cómo resolver la situación. “Pero pongámonos en la tarea todos: establecer quiénes son los jóvenes, cómo les ofrecemos unos canales para que escojan unos representantes, unas vocerías. En fin, hay que hacer la tarea”.