Según el DANE, en 2016-2017, las mujeres dedicaban diariamente 7 horas 14 minutos a las actividades domésticas no remuneradas (frente a 3 horas 25 minutos de los hombres), tiempo que se aumentó por la cuarentena a 8 horas entre septiembre y diciembre de 2020 (frente a una disminución a 3 horas 7 minutos de los hombres).

Una de las causas de las brechas de género en la educación y la ciencia en Colombia es la distribución inequitativa entre hombres y mujeres de las actividades domésticas y del cuidado al interior de los hogares, que a su vez tiene su origen en los estereotipos de género. Estos son algunos de los retos que, según una experta, tiene el próximo presidente para reducir las brechas de género en la ciencia.

Uno de los retos que tenemos en Colombia y que, por supuesto, debe asumir el próximo gobierno, es realizar esfuerzos persistentes, consistentes y rigurosos para desarrollar equidades y justicias de género en y desde la educación, la investigación, la creación y la innovación. Esto significa incentivar, generar y liderar transformaciones sostenibles en el tiempo que rompan estereotipos dañinos de género y promuevan las diversidades, equidades y justicias de género en las estructuras, tomas de decisiones y procesos en las instituciones educativas y científicas. De esta manera, los procesos científicos y educativos en Colombia deben tener explícito un carácter inclusivo e incluyente que implica no sólo promover las diversidades, justicias y equidades en la sociedad, sino también desarrollarlas en sus propias estructuras y dinámicas.

Para lo anterior, desde el gobierno se deben desarrollar políticas y planes con acciones afirmativas que tengan impactos de corto plazo, pero especialmente se requieren medidas transformativas que nos ayuden, como sociedad, a cambiar estereotipos y comportamientos machistas en las instituciones educativas, de investigación, innovación y creación, hacia formas no patriarcales de relacionarnos al interior de ellas, las cuales trasciendan a la sociedad.

Un tema relacionado con estas transformaciones para la equidad de género tiene que ver con la ética del cuidado, la cual reta a la educación, la investigación, innovación y creación a hacer evidentes y comprender las interrelaciones de los espacios laborales/productivos con los domésticos. Una de las causas de las brechas de género en la educación y la ciencia en Colombia es la distribución inequitativa entre hombres y mujeres de las actividades domésticas y del cuidado al interior de los hogares, que a su vez tiene su origen en los estereotipos de género predominantes en nuestra sociedad patriarcal. Desde hace mucho tiempo en los estudios feministas y de género y muy especialmente en la economía feminista se ha estudiado la estrecha relación que hay entre las esferas doméstica y productiva, e incluso se habla de que ambos ámbitos son inseparables, dado que las actividades productivas no pueden desarrollarse sin las actividades reproductivas o domésticas y de cuidado de las personas. Además, se pone en evidencia que la economía y el modelo de desarrollo no valoran adecuadamente las actividades domésticas y de cuidado.

(Lea: Así es como esta ilusión óptica engaña a su cerebro)

En Colombia, siguen presentándose desigualdades de género en el trabajo doméstico y de cuidado de miembros del hogar. Según la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo realizada por el DANE en 2016-2017, las mujeres dedicaban diariamente 7 horas 14 minutos a las actividades domésticas no remuneradas (frente a 3 horas 25 minutos de los hombres), tiempo que se aumentó por la cuarentena a 8 horas entre septiembre y diciembre de 2020 (frente a una disminución a 3 horas 7 minutos de los hombres). Esto está relacionado en buena parte con la estructura familiar, las edades de los hijos y si hay presencia o no de adultos mayores u otras personas que requieren cuidados especiales y permanentes.

Lee También

Otro tema que debe trabajar explícitamente el próximo gobierno es el relacionado con las violencias de género presentes en los espacios educativos y científicos. Las violencias y discriminaciones de género de todo tipo (tanto las evidentes como las sutiles) en dichos ambientes son muchas veces comportamientos que han sido “normalizados” y “naturalizados” en la sociedad, y por esto mismo son muchas veces silenciados e invisibilizados. Pero no por ello, las consecuencias sobre las trayectorias de vida y las emociones de las personas víctimas son igualmente silenciadas y no visibles. Por tanto, es necesario que el gobierno genere procesos y estrategias explícitas y constantes para promover la construcción de espacios de desarrollo educativo y científico libres de violencias de género.

(Lea: Científicos revelan nuevos datos sobre el autismo gracias a inteligencia artificial)

Es necesario recordar que la búsqueda de equidades de género y de relaciones libres de violencias de género, y de desarrollar, en últimas, la ética del cuidado en las instituciones educativas y científicas no es un asunto sólo de mujeres, sino que es de todas y todos, nos incumbe a todas/os las/os ciudadanas/os y por tanto el equipo de gobierno que lidere iniciativas en este sentido debe ser diverso. El cuidado de nuestras relaciones y de la vida no es un rol de género, no es un “asunto de mujeres”, no es un “asunto femenino”, es un asunto de todas y todos como sociedad.

En este punto, quiero traer a colación la idea de que la educación es un movimiento inclusivo, como nos los dice el Papa Francisco en el Pacto Educativo Global. En este sentido, las relaciones en espacios educativos y científicos tienen una dimensión política importante, dado que implican relaciones de poder entre profesores/as, estudiantes, investigadores/as, poder que está basado muchas veces en disciplinas, áreas de conocimiento, y también muy posiblemente en el género. Es importante que el gobierno sepa entender estas diferencias de poderes en la toma de decisiones que ejercen los múltiples conocimientos, sabidurías, intereses, propósitos, a distintas escalas en el quehacer educativo y científico y que conducen a injusticias e inequidades.

(Lea: La NASA tendrá nuevos trajes espaciales (y estas dos empresas ayudarán a diseñarlo))

Aquí invoco a la ecología integral, dado que busca cambiar estas lógicas dañinas de poder por lógicas fraternales de construcción colectiva, respetando y promoviendo las diversidades y dinámicas. Parte de estas transformaciones es superar los dualismos en la educación y en la ciencia, que rompen la experiencia humana y la dividen en realidades opuestas y excluyentes que producen injusticias. Ejemplos de estos dualismos son alma/cuerpo, materia/espíritu, naturaleza/cultura, mujer/hombre, femenino/masculino. Invito al nuevo gobierno a promover que la educación, investigación, creación e innovación colombianas se unan a este movimiento educativo para la ecología integral y la sostenibilidad que aporte a la superación de los dualismos para construir realidades más integrales y cooperativas, y a la recuperación de los equilibrios ecológicos planteados por el Papa Francisco: el interno, con uno mismo; el solidario, con los demás; el natural, con todos los seres vivos, y el espiritual, con Dios. Además, yo explicito aquí los equilibrios y las justicias de género en la educación y la ciencia.

*Exdecana de la Facultad de Estuidos Ambientales y Rurales y actual vicerrectora de Extensión y Relaciones Interinstitucionales de la Pontificia Universidad Javeriana.