Este jueves primero de septiembre no fue un día bueno para la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, en su relación con los periodistas. Además de poner a hablar al país sobre su idea de “decrecimiento” económico, que dejó más dudas que certezas, también fue tendencia por los intercambios que tuvo con los comunicadores.

Todo tuvo lugar en Cartagena, en el Congreso Nacional de Minería. Primero, durante su intervención, trató al auditorio como niños de colegio: “Ay, como yo les diría a mis estudiantes: por favor, en la segunda fila, los de la mano derecha, si nos hacen silencio para poder seguir. Gracias”. Después aseguró que el Gobierno “exigirá” a otros países que, en vez de crecer, disminuyan su avance económico.

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“Necesitamos exigirles a otros países también en el marco de esta geopolítica global que comiencen a decrecer en sus modelos económicos”, dijo, y agregó: “De ese decrecimiento depende que nosotros logremos un equilibrio mayor y que los impactos del cambio climático nos afecten menos”.

En su encuentro con periodistas posterior al evento, Vélez se vio abrumada con una de las preguntas y, embolatada, le reclamó a un reportero: “Son 50 preguntas en una. ¿Me dejas hablar?”. Otra comunicadora le dijo: “Pero yo hice la pregunta antes”. Ante esta situación, la ministra decidió dejar tirada la rueda de prensa. “Entonces esto se acaba aquí. Muchas gracias a los que alcanzaron a escuchar. Tengo viaje”. Después, en Cali, presentó disculpas.

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Pregunta de Juan Roberto Vargas a Irene Vélez

Todos esos hechos fueron los que trascendieron este jueves por la noche. Pero hubo otro, también relacionados con periodistas, que había pasado inadvertido y que va dibujando el perfil de la ministra a la hora de enfrentar a la prensa.

Se trata de una pregunta que le hizo, estando en la mesa principal del Congreso Nacional de Minería, Juan Roberto Vargas, director de Noticias Caracol.

El periodista se refirió a una suerte de “libertinaje” en la apropiación de proyectos que hoy no están licenciados (o que no tienen licencia), o incluso que puedan ya estar entregadas esas licencias o esos permisos.

La ministra asintió en silencio con su cabeza. Aproximó el micrófono a su boca para responder, pero prolongó su mutismo inicial y después intentó elaborar alguna respuesta. Esa actitud dubitativa captó toda la atención del auditorio.

—Bueno, vamos a ver si entendí —dijo la funcionaria y después se incorporó como para hablarle al auditorio.

—Porque… —intentó segur tejiendo algo, y moviéndose en su puesto como para mejorar la postura.

—Ejem, sí… De la toma de tierras… Bueno… —intentó proseguir, pero acomodándose ahora el cabello—.

—Ehh —dijo luego con la mirada perdida por encima del auditorio, y después sí hilvanó una respuesta.

Nadie duda de las calidades académicas de la ministra, pero cada vez surgen más voces que le sugieren que trabaje mucho más en la manera como se relaciona con los comunicadores. Lo que se hace es importante, pero lo que se dice también.