Las familias aseguran que no han tenido un acompañamiento efectivo ni les han dado ninguna solución para tener un lugar donde vivir y recuperar algo de la inversión que hicieron.

Así lo confirmó Melissa Vanegas, copropietaria de uno de los apartamentos, que le dijo a la W: “La constructora promotora Bernavento jamás ha hecho frente a esto, Aníbal López Acosta y Rafael López Acosta, líderes del proyecto, jamás han hablado con nosotros. Sergio Mejía, el constructor, hizo presencia con el calculista Jorge Aristizábal y dijeron tranquilamente que se trataba de un problema de asentamiento, que no había por qué preocuparse”.

La mujer agregó en la emisora que les ha tocado pagar servicios durante dos años pese a que no residen en el edificio y que también han tenido problemas con las pólizas de seguros. Por eso interpusieron una demanda en la Fiscalía que sí ha avanzado, pero que “la parte administrativa no ha avanzado en nada, porque este personaje Diego Vélez es amigo íntimo de las personas que están involucradas en esto”.

Por su parte, Laura Gutiérrez, también propietaria, confirmó en El Colombiano que desde 2013, cuando se descubrieron los problemas, nadie ha hecho frente a la situación: “Nunca nos respondió el constructor, todo lo hicimos pagando cuotas extras de administración, honorarios a abogados y estudios de suelos, patológicos, incluso la repotenciación”.

Esta madre cabeza de familia señaló que vivió en el Bernavento desde 2010 cuando lo compró por 170 millones de pesos y que desde ese momento ya “se veían grietas”, pero que las consideró “normales por el asentamiento del edificio”, pero que “todo se descubrió cuando falló el [edificio] Space [en octubre de 2013]”.

En ese momento, el Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres (DAGRD) le hizo una inspección al Bernavento, porque el diseño de esta estructura la hizo Jorge Aristizábal Ochoa, ingeniero condenado por el desplome del edificio Space, causando la muerte de 12 personas.

Las familias también reclamaron los perjuicios que han causado en sus vidas. En medio del llanto por presenciar la implosión del edificio y ver caer su vivienda, Nataly Rueda Ávila, otra propietaria, le dijo a Noticias Caracol:

“En realidad es difícil porque no solamente se derrumba un edificio sino que se va un patrimonio, único patrimonio en nuestro caso y creo que en el de muchas de las familias de Bernavento. Se nos van los ahorros de toda una vida y el trabajo que hemos realizado. Ahí se fue una parte de nuestra vida, allí tuvimos nuestro primer hijo y siempre mantuvimos la ilusión de regresar”.