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Escrito por:  Fredy Moreno
Editor jefe     Oct 19, 2024 - 1:07 pm

Audaz. Así se podría catalogar la idea del presidente Gustavo Petro de comprarles la cosecha de hoja de coca a los campesinos de El Plateado, convulso corregimiento de Argelia (Cauca) en el que se concentra por estos días la guerra de su Gobierno contra la disidencia de las Farc ‘Estado Mayor Central’ (Emc) que comanda alias ‘Iván Mordisco’. Muy fiel a su estilo, el mandatario hizo el anuncio sin dar mayores detalles técnicos de la iniciativa, pero, eso sí, adobándolo con comentarios camorreros y abriendo una lista de preguntas.

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“Nosotros, en El Plateado, vamos a iniciar la compra estatal de cosecha de coca. Me van a caer rayos y centellas. Menos mal la procuradora y el fiscal ya se fueron”, dijo el mandatario este viernes en Bogotá, durante la firma del Pacto por la Democratización del Crédito Solidario, con esa alusión a los dos funcionarios judiciales que a muchos les resultó innecesaria, provocadora. “Si no cambiamos los métodos, pues no cambiamos. Porque si vamos a repetir lo mismo con los mismos instrumentos, todos sabemos que no se solucionan los problemas”.

Uno de los primeros aspectos que ha llamado mucho la atención es que el jefe de Estado no les hubiera informado eso directamente a los eventuales beneficiarios de su iniciativa, que aún lo están esperando desde hace una semana cuando anunció —después del inicio de la Operación Perseo para recuperar ese corregimiento— que iría junto con el gabinete ministerial. En primera instancia, mandó una comitiva gubernamental que estableció contacto con las comunidades.

En el acto donde habló el mandatario en la capital, agregó que esa compra de la hoja de coca a los campesinos del cañón del Micay será “mientras aparece la economía lícita”. Y, para eso, según el presidente, “se necesita crédito en el Micay. Crédito en todas las zonas, las más pobres y excluidas de Colombia. A las zonas no les llega el crédito, porque no les llega el crédito a los pobres. Resulta que la pobreza también, por segregación territorial, de las peores del mundo, pues tiene una geografía”.

Eso, de entrada, sugiere que la idea se podría (¿debería?) extender a otras regiones del país afectadas por el cultivo de coca. Si no es así, el Gobierno tendría que explicar muy bien por qué en El Plateado sí y en otras partes no, cuando estimativos de la Fundación Ideas para la Paz (FIP) calculan que hay más de 400.000 familias en todo el país que dependen de estos cultivos, que se presentan no solo en Cauca, sino en Catatumbo (Norte de Santander), Putumayo, Nariño y Antioquia, y en menores proporciones en Chocó, Córdoba, Meta, Guaviare y Vichada.

De hecho, el anuncio del presidente Petro se dio poco después de que la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC) entregara, también este viernes, su más reciente informe según el cual el área sembrada con coca en Colombia aumentó en el último año 10 % y la producción potencial de cocaína del país aumentó en 53 %.

El presidente Petro no ahondó en si lo de El Plateado será un piloto o el inicio real de una política pública con cobertura nacional. De ser solo en ese corregimiento, se entendería en el contexto de la Operación Perseo, como uno de sus componentes. Es comprensible como parte de la acción social. Pero también se podría considerar como un acto solo para afectar a las disidencias de las Farc que encabeza alias ‘Iván Mordisco’ en Cauca, una medida con destinatario específico para restarle base social y económica, lo cual la enturbiaría.

Gustavo Petro ofrece comprar coca a campesinos cuando está a precio de huevo

Ese y otros interrogantes los podría resolver el mandatario este mismo domingo cuando intervenga en la apertura de la COP16 en Cali, o cuando finalmente decida ir a El Plateado, como lo prometió. También podría explicar cómo ya no sirve para entender la crisis de la coca el argumento —que él usó junto al entonces director del programa de sustitución de cultivos al inicio de su Gobierno Felipe Tascón— de que las personas estuvieran reemplazando la cocaína por el fentanilo, lo cual impulsó la narrativa de que la coca ya no era importante por el auge de la droga sintética.

En todo caso, la oferta de comprarles la hoja de coca a los campesinos del Micay se produce también cuando ese insumo está a precio de huevo, como lo explicó en agosto pasado Ana María Rueda, coordinadora de la línea de política de drogas de la FIP en la revista Cambio: “Con muchos o pocos compradores, se paralizó la compra y el precio se desplomó de forma generalizada. Fue un golpe muy duro para la economía de estas familias por todo el contexto. […] En la actualidad, existe una sobreproducción de coca en el mundo. Además, en países como Honduras, Guatemala, México, Venezuela y posiblemente Ecuador están incursionando en el cultivo de coca”.

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Rueda también, en la entrevista con Cambio reproducida por la FIP, explicó que el precio de la coca depende de la región. “Una arroba debería estar en 30.000 – 40.000 pesos. Desde la crisis, en algunas regiones ya se ha llegado a comprar en 20.000 pesos. Hoy en Colombia no existen grandes cultivadores de coca como los que hubo en la época de Pablo Escobar. El negocio ha sufrido una gran metamorfosis. Hoy en día muchas familias campesinas tienen pequeñas parcelas de coca, a veces menos de una hectárea”.

El analista Lucas Marín Llanes dijo este sábado en Noticias Caracol que el anuncio del presidente Petro “puede generar incentivos perversos que pueden ser muy inconvenientes” debido a las expectativas de compra “sobre todo cuando los mecanismos no son claros”. Consideró, además, que hay barreras normativas importantes pues el Estado colombiano “no tiene la capacidad de hacer ese tipo de compras y los mercados para uso alternativo de hoja de coca en Colombia no se han desarrollado. Hay que pensar, si esa compra se llega a hacer, cuál es el fin, cuál es el propósito”.

Finalmente, hay otra cosa que debería aclarar el mandatario —parece una simpleza, pero causa mucha curiosidad entre los ciudadanos de a pie— es qué pasará con las hojas de coca que compre su Gobierno, cuál será su destino final. No cabe pensar en que serán quemadas porque así se le estaría echando candela al dinero de los colombianos, pues será con los impuestos que pagan que podrá tener lugar esa innovadora y audaz como polémica transacción.

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