La primera es la de un exfiscal general que terminó involucrado con su secretaria, que resultó ser una prepago infiltrada por los narcos en su oficina. “El pobre viejo se creyó sexi y dio por descontado que la voluptuosa mujer andaba detrás de él por su figura”, relata el columnista de El Heraldo.

El segundo caso al que hace alusión es el de un coronel del Ejército que terminó enredado con una informante del cartel de Cali. “Los narcos del Valle lo grabaron en la intimidad con la mujer que ellos le habían mandado” y esto lo metió en líos con el Ejército (y con su esposa, por supuesto).

“Las dos historias anteriores, ciertas por demás, fueron ordenadas por el narcotráfico. Desde luego, nadie puede esperar nada bueno de los delincuentes. Pero que el Estado sea quien promueva al delito eso sí es reprochable”, expresa Cancino.

El abogado compara estos casos con el reciente escándalo del exfiscal de la Jurisdicción Especial para la Paz Carlos Bermeo y el exsenador Luis Alberto ‘el Tuerto’ Gil. Cancino aclara que “nadie quiere defender” a estos últimos, “pero que a los dos les hubieran tirado dos millones de dólares ‘envenenados’ es otro cuento”.

Captura de Carlos Bermeo

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Si el anzuelo que les tiró la Fiscalía es un delito o no, es algo que solo dictaminará la justicia, dice el columnista, aunque no oculta su modo de ver el hecho.

“Las dos historias anteriores, ciertas por demás, fueron ordenadas por el narcotráfico. Desde luego, nadie puede esperar nada bueno de los delincuentes. Pero que el Estado sea quien promueva al delito eso sí es reprochable. Quien se porta como un bandido, es porque es un bandido. ¿O no?”