Alvira le hizo esa pregunta teniendo como referente el hecho de que, en la mayoría de casos, los que más salen a marchar son los jóvenes de universidades públicas. Ante esa inquietud, Sánchez respondió que el problema de la educación pública “no es distinto” al de las universidades privadas. En seguida, en la emisión de este miércoles de Noticias Caracol, ella explicó su punto:

“El problema fundamental de la educación superior es que la desfinanciación de la universidad pública, esa asfixia presupuestal, se ha visto representada, casi que en igualdad, en el presupuesto de créditos educativos que el Icetex les ha prestado a jóvenes estudiantes de universidades privadas”.

Sánchez, estudiante de Ciencia Política, manifestó que justamente por lo anterior es que “uno de cada dos” estudiantes de universidades privadas está endeudado, de ahí que no se pueda generalizar el hecho de que alumnos de instituciones como la Javeriana o el Rosario son privilegiados.

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“La mayoría de universitarios (de universidades privadas) somos de estratos 3 y 4, clase media. No es cierto que las universidades privadas ahora sean universidades de élite y que nosotros tengamos la vida resuelta”, añadió la joven, e indicó que la educación “no es un negocio”, sino un “derecho fundamental”.

En ese momento, Alvira le preguntó por qué ella, al defender la educación pública, no estudió en una universidad de este tipo, sino en una privada.

“Lo ciertos es que todos deberíamos haber tenido acceso y haber tenido el derecho de ingresar a la universidad pública gratuita y de calidad, pero la realidad es que las universidades públicas se están cayendo a pedazos por esta asfixia presupuestal y por esta deuda que hoy tiene el Estado con las universidades públicas”, contestó ella.

Sánchez agregó que frente a esa desoladora situación, ella eligió endeudarse, pues las universidades privadas “tienen una capacidad de infraestructura, de calidad y de investigación muchísimo mayor” gracias al dinero que les entra de las matrículas. Asimismo, hizo énfasis en que la educación superior no debería ser un negocio, sino “un derecho fundamental”.