“Sí, hoy todas somos putas. Todas las mujeres de mi grupo, todas las mujeres empoderadas, todas las mujeres de mentes abiertas, aquellas que tienen esta consciencia crítica de lo que significa ser mujer en una cultura patriarcal”, le escribe Thomas a Greiffenstein, autor de este trino: “¿Por qué habrá en Tweeter [textualmente] tantas fanáticas petristas con pinta de putas?”.

“Sí, señor Greiffenstein, todas somos putas, y muchas más que las que usted nombra”, dice Thomas y menciona un largo listado de mujeres en el que destaca a las que “han aprendido a amar de manera libre, autónoma; todas las […] felices, todas las […] anarquistas o nihilistas; todas las […] que no quieren parir un solo hijo más para las guerras de este mundo, […] todas las […] que luchan por sus derechos, por una sexualidad placentera y libre”.

Thomas también incluye a las que quieren ser madres y las que no quieren serlo, y hasta a las que “se visten como se les da la gana”. De remate, califica irónicamente de “doblemente putas” las que “luchan por una despenalización total del aborto”.

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Pero esta, por supuesto, no es la única reacción airada que ha provocado el trino del exdirector del servicio de televisión de la Presidencia de la República.

Hace una semana, Yolanda Ruiz, en El Espectador, también se reconoció así también: “Soy puta si eso significa que defiendo la libertad de las mujeres para tener la vida sexual que prefieran, vestirse como les dé la gana, maquillarse como se les antoje y pintarse el pelo como les provoque”.

Si bien Ruiz no menciona a Greiffenstein ni su trino, resulta obvio que su columna la inspiró la mención que hizo el exfuncionario en la red social, por lo que ella comienza su texto así: “No sé si lo lograremos en algún futuro remoto, pero creo que será un avance para la humanidad cuando dejemos de usar la palabra puta para insultar a una mujer, a cualquier mujer, incluso a las que venden servicios sexuales o a las que son víctimas de abuso y trata de personas”.