Angela Rosa Nieto de Quintero, de 90 años, falleció en la Clínica del Café. Su deceso fue reportado como muerte natural, sin embargo, en el momento de realizar el paz y salvo, a sus familiares les pidieron firmar un documento donde dice que la adulta mayor fue ingresada como víctima de un accidente de tránsito.

Daniel Alberto Agudelo Quintero, nieto de la mujer, le aseguró a LA CRÓNICA que su familiar fue llevada al centro asistencial luego de sufrir una caída saliendo del baño de su casa; agregó que cuando el coche fúnebre iba a hacer el retiro del cuerpo de su abuela para llevarlo a la sala de velación, la institución no lo permitió, pues había sido rotulada como paciente fallecido producto de la COVID-19. 

(Vea también: Distrito hace el llamado para mantener medidas de bioseguridad en los colegios)

La odisea

Los hechos iniciaron el pasado día 11 de junio cuando la mujer sufrió la caída saliendo del baño de su casa, por lo cual sus familiares llamaron una ambulancia que la remitió a la Clínica del Café, ubicada en el norte de la capital quindiana. Una vez llegaron allí, fue ingresada y hospitalizada para que posteriormente un médico le realizara la valoración para una posible cirugía. 

Agudelo Quintero aseguró que la familia fue muy paciente, a pesar de la demora en la atención. “48 horas después del ingreso fue trasladada de la sala de urgencias a una habitación en el tercer piso del centro asistencial”, dijo.

(Vea también: Secretaría de Salud: se acabaron las vacunas Sinovac contra el covid-19 en Bogotá)

El dictamen médico inicial fue una fractura de cadera, en la cabeza del fémur derecho. Según sus familiares, para la mujer de 90 años, la lesión era sumamente dolorosa, quedó reducida en una cama, sin posibilidad de moverse o hacer sus necesidades fisiológicas por sí sola. 

6 días después de la hospitalización fue programada por primera vez para someterse a la cirugía que le permitiría a la mujer volver a su casa. No obstante, cuenta el nieto, que el jueves 16 de junio en horas de la tarde no fue posible realizar la intervención debido a que le detectaron una infección urinaria, es decir, quedó reprogramada.

Sin embargo, su nieto sostiene que, si esa cirugía se hubiera hecho esa semana, la mujer estaba en capacidad de resistir y obtener un resultado positivo, pues aún se encontraba fuerte, lúcida y en capacidad de hablar.

(Vea también: El Espinal retoma uso de tapabocas en espacios cerrados por aumento de casos de COVID-19)

“Los médicos en todo momento estuvieron en una actitud muy reservada, casi no hablaban, no nos daban ningún parte, casi que tocaba sacarles las palabras a las malas”, aseguró Agudelo Quintero, pero finalmente les dijeron que la adulta mayor debía estar más o menos 7 días con antibiótico para poder tratar la infección y luego intentar hacer la cirugía.

El jueves 23 de junio le hizo la valoración la anestesióloga y les manifestó a los familiares de la mujer una preocupación: se había esperado mucho para realizar la cirugía. Acto seguido se dispuso a realizar una anotación interna en el sistema para el médico internista, sin embargo, les hizo la aclaración que para realizarse esta intervención se corría con un riesgo enorme por el estado de salud de la mujer. 

Para evitar correr riesgos y con el fin de que la intervención tuviera un resultado óptimo, explicó el nieto de la mujer, la anestesióloga sugirió a la familia hacer una transfusión de glóbulos rojos, pero debían firmar el consentimiento de dicho procedimiento, “debido a que el estado de salud de mi abuela no solamente estaba empeorando por la fractura, sino también por la infección y el constante ayuno al que era sometida, cada vez que se decía que se le iba a realizar la intervención”, aseguró el nieto de la víctima.

En total fueron 3 veces que se programó la cirugía, el pasado 24 de junio intentaron realizar el procedimiento, pero la mujer había presentado vómito el día anterior, por lo cual la intervención fue pospuesta.

Según lo relata el nieto de la mujer, luego del evidente deterioro de salud y la no posibilidad de realizar la intervención quirúrgica, los médicos empezaron a plantear la hipótesis de un posible contagio por COVID-19, por lo cual se hacía pertinente la realización de una prueba PCR, pero para los familiares era casi imposible pensar en eso, pues eran 12 personas las que estaban al cuidado de la adulta mayor, sin síntomas relacionados a la enfermedad. 

(Vea también: Variantes del COVDI-19 aprovecha ‘relajo’ de colombianos; esta es la que más contagia)

La familia, a través de una carta que pusieron en conocimiento del centro asistencial, se negó a que le practicaran cualquier tipo de procedimiento invasivo, reanimación o prueba PCR. Los médicos dejaron constancia de la decisión tomada por la familia y de que se les había explicado los riesgos de tal decisión.

Con el fin de poner en conocimiento de la Superintendencia de Salud, Daniel instauró 2 peticiones, quejas o reclamos, PQR, para que los reguladores pusieran la lupa sobre este caso, acto seguido se lo comunicó a los médicos del centro asistencial.

Sin embargo, el pasado 29 de junio a las 8: 15 p. m. recibieron la noticia del fallecimiento de la adulta mayor.

Luego de todo el proceso, el nieto de Angela Rosa realizó una denuncia pública, pues según él, el centro asistencial tuvo muchas irregularidades en el tratamiento de su ser querido. A pesar de que la mujer ya había fallecido, que él contaba con el paz y salvo y el acta de defunción decía que fue por muerte natural, cuando el coche fúnebre fue a recoger el cuerpo en la mañana del pasado 30 de junio se encontró con que no lo dejaban retirar, porque estaba rotulado como muerte por COVID-19. 

Lee También

LA CRÓNICA intentó contactar al centro asistencial con el fin de conocer cuál era su posición sobre el motivo del ingreso de la adulta mayor como víctima de un siniestro vial y si se realizó o no una junta médica, como lo aseguraron los familiares para desestimar que la paciente fuera positiva para COVID-19, pero no fue posible obtener respuestas.