En el Partido Conservador empiezan a resonar voces de congresistas que quieren que esa colectividad reconsidere su posición como bancada del Gobierno de Gustavo Petro para apelar por la independencia o, incluso, por la oposición.
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La decisión, que los dividió por dentro, puede tomar meses porque los godos tienen hasta el 7 de septiembre para que se dé el plazo para cambiar su declaratoria ante el CNE, pues ese día se cumple el primer año desde que la colectividad de derecha se unió a la coalición de un presidente de izquierda. Pero no por ello deja de ser importante, porque pone al Ejecutivo a hacer sumas y restas de cara a la reformatón que tiene en el Capitolio.
De hecho, el “golpe de Estado” en el Directorio Conservador al senador Carlos Andrés Trujillo –el antioqueño que le entregó las banderas azules a Petro– y el retorno del senador Efraín Cepeda a la cúspide de esa colectividad –un conservador más tradicional– anticipó el debate.
“El partido se precipitó en ser un partido de un Gobierno de izquierda. Tuvo la intensión de contribuir y participar, pero esta situación es insostenible desde el punto de vista práctico, ideológico y político”, advirtió el senador Nicolás Echeverry.
El congresista le envió una carta Trujillo cuando él aún encabezaba el Directorio pidiéndole un retiro de la colectividad para reflexionar sobre la postura con el Gobierno. Y al cacique paisa lo tumbaron del cargo antes de que llegara la respuesta a esa misiva y ahora esos llamados le están llegando al actual jefe de la colectividad: Cepeda.
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Él, precisamente esta semana, tendrá en su correo una epístola del senador Mauricio Giraldo reclamándole la misma reflexión, pero con miras al otro lado de la moneda: ser oposición. Giraldo está tan alarmado por el rumbo de la Casa de Nariño que salió a marchar contra las reformas del petrismo el pasado 15 de febrero. “El partido debe estar en oposición porque estamos en orillas completamente diferentes”, enfatizó Giraldo.
Pero el Partido Conservador tiene un sistema de obediencia que deja todo en manos del Directorio. Prueba de ello es que otros tres congresistas le dijeron a este diario sus inconformidades con estar en el bando de Petro, aunque reconocieron que lo seguirán apoyando mientras esa sea la orden “de arriba”.
En cambio, en la oficina de otro parlamentario sostuvieron que, a pesar de las paradojas de seguir con el petrismo en medio de sus polémicas reformas, al final de cuentas –y tras la tormenta de críticas– seguirán siendo de Gobierno porque así es el partido: los godos siempre tienen una tajada en la Casa de Nariño.
Y uno de los guardianes de que ese pedazo de burocracia se mantenga es el senador Trujillo, quien sería el próximo presidente del Senado tras un acuerdo que surgió del golpe a su liderazgo: Cepeda se queda en la cabeza del Directorio y él salta a la Presidencia de esa corporación en la tercera legislatura.
Otros congresistas esquivan responder si la salida de Trujillo les dio alas para pedir independencia y apelan a la espera del experimento de las reformas para determinar si en septiembre cambian de postura ante el temor de que sus votantes tradicionales le cobren su guiño a la izquierda en las regionales de octubre.
“Es una determinación que se tiene que tomar como bancada, que necesita un estudio claro y un análisis serio sobre la posición”, comentó la senadora Liliana Bitar. Lo prioritario, por ahora, es la cita de este martes –en Bogotá– entre el Directorio Nacional y la bancada para discutir el contenido de las reformas y revisar con minucia el articulado de la reforma a la salud que radicó la ministra Carolina Corcho.
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