El texto se titula ‘El nuevo pobre’ y es un relato de un hombre de familia que padece los efectos de la pandemia en su economía; se hace llamar Ricardo porque no quiere avergonzar a sus allegados con lo que llama “desgracia”, la misma que “muchas familias que hoy sufren en silencio”.

Este domingo, la columna del periodista representa el drama de una familia de clase alta, como miles en el país, de las que no son “elegibles para ninguna ayuda pública ni privada” pero de las trabajaron día a día durante años y que ahora lo están perdiendo.

El hombre que quiere mostrar Coronell es una persona de 57 años, con estudios en Colombia y en el exterior, que vive con su esposa y su hijo adolescente en un apartamento estrato seis de Bogotá, cuya hipoteca terminarán de pagar en un poco más de tres años. Además, tiene otro hijo que estudia en Estados Unidos y espera de su ayuda para terminar la carrera.

Interior de bus de Transmilenio

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Su esposa es odontóloga, una de las muchas profesiones que no han tenido la oportunidad de recibir ingresos en las últimas semanas, pero aún así paga arriendo y gastos del consultorio y la semana pasada sintió como “el mundo se le venía encima” cuando fue despedido.

“Como le digo no se trata de usted, ni de su desempeño que ha sido impecable, sino de una situación imprevisible”, le dijo su jefe. Este ingeniero civil ya había pasado por la liquidación de su propia empresa, pero “súbitamente” salió “perdedor en una batalla que ni siquiera pudo dar”.

Ricardo relata que con la liquidación podrá sostener a su familia un par de meses:

“No veo cómo va a mejorar la economía en ese tiempo. Mi familia y yo somos miembros de esa clase media profesional que tiene un pasar decoroso, pero que vive la vida quincena por quincena”.

Este hombre de familia cuenta que el dólar tan alto lo afecta para enviarle plata a su hijo en el exterior, mientras que la pensión del menor no va a disminuir y ya le preocupa la reacción del banco si se atrasa con la hipoteca. Allí, llega su frase:

“A veces pienso que lo mejor sería morirme. Así mi familia por lo menos podría cobrar el seguro de vida”.

El ingeniero relata, a través de Coronell, cómo trabajaron también sus padres, para quienes era supremamente importante la educación:” Siempre nos decía ‘el estudio los sacará adelante’. Ahora no sé si toda la vida estuvo equivocado”.

Yolanda Ruiz y Daniel Coronell

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Un relato que logró conmover a muchos y con el que decenas de ciudadanos pueden sentirse identificados. Los lectores ya comentaron la columna, uno de ellos le escribió:

“Por un momento pensé que estaba escribiendo sobre mi familia que triste realidad… póngale cualquier nombre, somos muchos los que estamos viviendo esa situación, somos muchos los nuevos para pobres. Qué angustia”.

En algunas horas publicado, el texto ya sobrepasa los 500 comentarios, la mayoría de ellos conmovidos, pues puede ser la historia de otras miles de familias que no pueden “izar un trapo rojo en la ventana” para recibir subsidios.