Torres transformó su empresa Coentex en una pionera en la producción de bolsas y uniformes, con lo que espera contribuir a la reducción del uso de plástico y otros elementos contaminantes.

Lo que empezó como un pequeño taller de confección en el barrio San Javier, en la Comuna 13, fue transformado en Coentex por Torres, quien hizo de esta iniciativa una empresa que emplea a una decena de trabajadores que elaboran piezas en “tela no tejida” como politex y liencillo.

“Se vende la idea a la gente de ayudar al medioambiente al no contaminar más con bolsas plásticas”, expresó Torres sobre el eje de su emprendimiento, en diálogo con Efe.

Explicó, además, que en su empresa utilizan tela sometida a un proceso que la hace “rotatoria”, pues al terminar su vida útil pasa por una aglutinadora para reutilizar el material y empezar un nuevo ciclo.

“Estas bolsas pueden durar más de seis meses”, detalló la dueña de la microempresa en crecimiento, que fabrica 80.000 maletas deportivas y 30.000 bolsas al mes.

Liz Torres / Foto: Luis Eduardo Noriega-Efe

La empresa dedicada al “corte y confección en no tejido” tiene además en su portafolio ropa médica y quirúrgica que incluye la fabricación de batas, pantalones, polainas y baberos odontológicos.

Torres aseguró que están en capacidad producir unas 70.000 batas al mes, cifra que esperan superar con el traslado a una bodega más amplia para incluir más máquinas y aumentar el número de empleados.

“Nuestro proyecto es tener una aglutinadora para reducir el desperdicio, aprovechar todo el material y participar en mayor parte del proceso”, señaló la empresaria.

Asimismo, aseguró que a futuro proyecta abrir puntos de acopio de bolsas para realizar también un “proceso de reutilización” y así evitar dañar el planeta.

En el engranaje de esta empresa cada quien tiene una labor esencial dentro de un proceso que fue pulido para evitar su quiebra en 2018, cuando la falta de planeación y el desconocimiento del negocio puso en aprietos a sus propietarios, que un par de años atrás habían comprado el taller.

Además, perder a su mejor cliente al inicio de este año produjo “caos”, aumentó las deudas y sobrecargó de trabajo a los empleados en un intento por compensar la ausencia del mayor ingreso.

“Estábamos tan mal que no tenía la más mínima esperanza de salir del hueco”, contó Torres, quien había tomado la decisión de vender.

Foto: Eduardo Noriega-Efe

No obstante, una capacitación en la Corporación Interactuar, que apoya el emprendimiento en Colombia, puso la lupa en las fallas, trajo cambios radicales y afianzó al equipo de trabajo que incluso, según el relato de la gerente, supero sus límites.