El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.
Mano a mano con sus estudiantes, revisando cada dato que se obtiene de la investigación, el doctor Carlos Javier Almeciga trabaja desde hace año y medio en una iniciativa médica, que brinde otra arista de solución al COVID-19 en las instalaciones de la Universidad Javeriana. Recientemente, estudios revelaron los problemas de salud mental que sufren sobrevivientes de la pandemia.
Se trata del diseño de una macromolécula o proteína, producidas a partir de una levadura, que a futuro permitan bloquear la interacción entre el SARS-COV2 y las células del cuerpo humano, momento del contagio.
(Vea también: ¿Pensando en comprar vivienda nueva? Inscríbase a la feria inmobiliaria del Distrito)
La idea, explicó Almeciga a El Espectador, es que las propiedades de la proteína entorpezcan ese proceso, como lo encontraron en una simulación realizada por computador. “Con base en los datos que tenemos sobre cómo interactúa el virus con las células y la invasión a las moléculas receptoras, pasamos a una etapa experimental, en la cual, usamos un microorganismo, en este caso una levadura, a partir del cual podíamos diseñar una proteína, que impida esta interacción”.
Sobre el origen de la hipótesis que los llevó al experimento, contó que las levaduras que modificaron, según la simulación por computador, tendrían una capacidad de intervención frente al virus más fuerte y eficiente, que la observada en los anticuerpos usados para el desarrollo de vacunas contra la COVID-19. “Parte de nuestra evidencia es que la interacción que se da entre el virus y nuestra proteína es más eficiente que moléculas reportadas en la literatura científica”.
(Lea también: “No hay papel y uno paga $ 14 millones”: estudiante se cansó de los baños en la Javeriana)
El otro factor que soporta la estrategia que emplean Almeciga y sus estudiantes reside en el método para desarrollar esta proteína. En su laboratorio llevan 20 años modificando microorganismos, para tratar enfermedades genéticas o raras. Esta experiencia, afirma Almeciga, les permitió adaptar todo un esquema, para trabajar en una nueva proteína que estuviera enfocada, esta vez, en el tratamiento de personas enfermas con SARS-COV2.
LO ÚLTIMO