Más allá del silencio es más que un pódcast. Es una ventana a las conversaciones que importan. Conducido por Rafael Poveda, este espacio se dedica a explorar los temas más polémicos y controvertidos de nuestra época. Cada episodio es una inmersión profunda, con un enfoque investigativo y crítico, en los casos que resuenan en nuestra sociedad. Únete...
José Mauricio Ospina tenía 17 años, estaba por graduarse de secundaria, estudiaba cocina técnica y hacía sus prácticas en un restaurante de comida rápida. Era alegre, extrovertido y responsable, según recuerda su madre, Claudia Marleni Ospina. Pero el 12 de abril de 2022, su vida terminó abruptamente en circunstancias tan desconcertantes como dolorosas.
Ese día, le dijo a su madre que saldría a hacer unas tareas del Sena. Nunca volvió. Horas más tarde, Claudia llegó desesperada al hospital junto a sus hijas buscando a su hijo. No lo encontraron en los registros. Una patrullera, al ver una fotografía, confirmó la peor noticia: “Él está muerto”, le dijo. El cuerpo de José Mauricio fue hallado completamente desnudo, sin signos de violencia visibles. Pronto, los rumores comenzaron a crecer.
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El caso adquirió notoriedad recientemente tras ser abordado en el podcast ‘Más allá del silencio’, donde Claudia Ospina relató con detalle los hechos que rodearon la muerte de su hijo. En el episodio también participó el padre Andrés Tirado, exorcista con más de 25 años de experiencia, quien ofreció una lectura espiritual del caso.
Las primeras versiones hablaban de una posible intoxicación durante una supuesta sesión con una tabla güija. Se dijo que José Mauricio y tres compañeros estaban experimentando con drogas mientras jugaban con el tablero. Sin embargo, los resultados de toxicología descartaron la presencia de sustancias en su cuerpo.
“Mi hijo no era drogadicto”, insistió su madre. La verdad forense fue otra: según Medicina Legal, José Mauricio murió por “agresión mecánica con compresión en el cuello”. Fue estrangulado.
Uno de los aspectos más inquietantes del caso es justamente la presunta sesión espiritista. Claudia, inicialmente escéptica por el carácter religioso de su hijo, no creyó que hubiera participado en un ritual de ese tipo. Pero los testimonios de otros jóvenes apuntan a una noche de confusión, violencia y miedo. Según relatos, la experiencia con la güija derivó en una situación caótica, donde incluso se habrían agredido entre ellos.
El padre Tirado sostiene que no se puede descartar una intervención espiritual: “La tabla güija es una llave que abre puertas a fuerzas desconocidas”, advirtió.
Describió síntomas comunes tras su uso: escalofríos, nerviosismo, sensación de presencias o incluso episodios de posesión. Según él, ha presenciado casos de “posesión múltiple”, donde una entidad se manifiesta en varias personas al mismo tiempo, incluso en familiares presentes durante los rituales.
El exorcista recordó otros episodios en los que jóvenes cambiaron radicalmente su comportamiento tras participar en sesiones espiritistas. “Algunos terminan con traumas físicos, mentales o completamente poseídos”, afirmó.
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Dos años después, el caso sigue sin resolverse. Ninguno de los adolescentes implicados ha sido judicializado. Claudia Ospina aún no tiene respuestas. “Dicen que no se acuerdan de nada”, cuenta con frustración. “En realidad no sabemos qué pasó. Nadie ha dicho nada. Todo quedó como en el aire”.
La historia de José Mauricio no solo refleja una tragedia personal, sino que reaviva preguntas inquietantes sobre lo espiritual, los límites de lo desconocido y los peligros de prácticas que muchos aún consideran un juego. Para su madre, el dolor permanece, y el silencio —como el misterio— aún no termina.
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El siguiente mapa, desarrollado por Esri Colombia, muestra información de homicidios reportados en Colombia por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
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