Los usuarios que usan a diario Transmilenio son testigos del talento y la astucia de quienes, inmersos en ese 10,2 % de desempleo en Bogotá (mayo 2022) terminan viviendo del rebusque. Cientos terminan cantando, ofreciendo productos comestibles, bailando e incluso siendo guías turísticos en la ciudad más grande de Colombia, como lo hace Yilbert Leonardo Pérez Barón, de 23 años, quien tiene una particularidad: es un migrante venezolano, que encontró en el desconocimiento de la historia de la ciudad una oportunidad para sobrevivir.

Su aula de clase: Transmilenio. En medio de los vagones, que a diario movilizan a casi 2,5 millones de pasajeros, este apasionado por la lectura evoca los hechos más significativos de la historia de la capital y el país. Yilbert es un cronista en los buses. Se desplaza en las rutas troncales, que transitan por la avenida Caracas, la avenida El Dorado y la zona de universidades, impartiendo clases improvisadas y compartiendo cápsulas informativas, para que los capitalinos se aventuren a ser turistas en su ciudad.

(Lea acá: ‘Epa Colombia’ responde a denuncia sobre sus escoltas: “Esa vieja estaba borracha”)

A falta de material didáctico, las ventanas del transporte son su material de apoyo. “En las mañanas abordo la ruta de El Dorado. En el recorrido puedo ir explicando por dónde vamos, para contar datos de cultura general. Eso se vuelve como un ‘tour’ en un museo al aire libre”, afirma este joven que lleva cinco años en Bogotá y se quedó por accidente, ya que su destino inicial era Perú.

En 2018 dejó su natal San Cristóbal, capital del estado Táchira, a 57 km de la frontera con Cúcuta (Norte de Santander) y se aventuró a buscar su futuro en otra nación. Su meta era llegar a Lima, pero cuando arribó a la capital colombiana se enamoró de la arquitectura renacentista del centro, de las librerías de la carrera séptima y de los relatos que aún se mantienen en la plaza de Bolívar, la Casa del Florero y la Puerta Falsa, por mencionar algunos lugares.

“No recuerdo por qué un día le pregunté a varias personas en qué año se fundó la ciudad. Su respuesta fue silencio. Ese desconocimiento hizo que me animara a subir a los buses a hablar con la gente. No lo veo como una clase, me gusta más dialogar con los usuarios y que ellos recuerden cómo la historia ha marcados sus vidas”, describe este divulgador de la historia en las rutas de Transmilenio.

Según Migración Colombia, en el país viven 2’385.395 venezolanos, que están tramitando su Permiso de Protección Temporal (PPT) para regular su permanencia en Colombia. De ellos, uno de cada cuatro se queda a vivir en Bogotá, según Iván Gaitán Gómez, alto consejero para los Asuntos de Migración, de la Alcaldía Mayor de Bogotá.

(Le puede interesar: Bogotá no tendrá más localidades: se cae artículo que permitía nuevas delimitaciones)

Yilbert es uno de ellos, quien desde niño ha sido un curioso nato. Motivo por el cual se animó a aprender la historia de la ciudad, que ni los propios conocen con tanto detalle. Esto le permitió seguir en el mundo de los libros y la academia, tras dejar en cuarto semestre su carrera de Literatura y Letras, para venir a probar suerte en otras tierras.

Sus intervenciones en los vagones dependen del grado de participación de los usuarios. Le gusta hacer preguntas sencillas, despertando así el interés por la historia, tanto en niños como adultos. Es un fiel creyente de que todos los días se aprende algo y, por eso, pone su grano de arena, para que los hechos memorables de la ciudad formen parte de la cultura ciudadana.

“Tengo un lema: ‘Oímos, pero no escuchamos y queremos recibir más de lo que damos’. Ese es uno de los grandes problemas en la actualidad. No solemos aportar un grano a la sociedad, por ello mi compromiso es brindar identidad a quienes me oyen, enseñando historia”, precisa el joven, quien gracias a ese compromiso pudo conocer a Valentina Sánchez, su actual pareja, quien, al igual que él, refuerza el conocimiento en los buses de temas relacionados con las comunidades indígenas de la región.

Hoy Yilbert dice que le gustaría desempeñarse como guía en una agencia formal que le permita maximizar su pasión por el pasado y la vocación por la pedagogía. Sin embargo, vale destacar que la guianza turísticas es una actividad reglamentada en Colombia, en las leyes 300 de 1996, 1558 de 2012 y la 2068 de 2020. De acuerdo con el Instituto Distrital de Turismo, quienes quieran ejercer como guías profesionales deberán tener tarjeta profesional y Registro Nacional de Turismo.

Lee También

Estos aspectos complican su vinculación directa. No obstante, al igual que cientos de migrantes, dice que seguirá aportando desde sus conocimientos a la construcción de una mejor capital, con espacio para quienes buscan dinamizar la economía, ofrecer servicios adicionales y garantizar que la interculturalidad y la calidad de vida en la ciudad sea posible.

Asegura que, mientras pueda, seguirá impartiendo sus charlas, porque su apuesta final es robarle al olvido los hechos que marcaron la historia de una de las metrópolis más grandes de América Latina: Bogotá.