Firmado por Sylvia Colombo, el artículo atribuye la longevidad política de Uribe a que en sus 8 años de gobierno el crecimiento económico fue constante y a que fue el presidente de la mano dura: “A través de grupos paramilitares y el uso del ejército intentó acabar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). No lo logró del todo, pero le propinó duros golpes que determinaron que en 2012 el grupo guerrillero aceptara sentarse a negociar la paz”.

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A pesar de encontrar deseable la jubilación de Uribe, Colombo explica que está muy lejos porque hay “centenares de procesos abiertos en su contra por presuntos vínculos con el paramilitarismo, injurias y las investigaciones sobre el escándalo de las “chuzadas”, una serie de grabaciones ilegales a líderes de oposición, periodistas y magistrados”.

Colombo reconoce la influencia (perversa) de Uribe en Colombia y muestra la candidatura de Iván Duque, quien tiene el 55 % de la intención de voto, como prueba de ello, pero que hace meses era un completo desconocido. Pero califica de anacrónico su método caudillista y ‘populista’ el de manipular a la opinión pública.