Esto teniendo en cuenta que se trata de un asunto que podría comprometer gravemente la salud pública y que debería mover a cualquier iniciativa a tener en cuenta las medidas de prevención por simple sentido común.

Esto sin mencionar que ya hay medidas oficiales de prevención que se comienzan a implementar para evitar la propagación del COVID-19, las cuales sería sumamente irresponsable soslayar.

Bogotá fue la primera de las capitales que se pronunció al respecto. La alcaldesa Claudia López fue enfática en señalar que se tata de un aplazamiento de todos los eventos con más de 1.000 asistentes, como lo serían las marchas.

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Aunque López no habló de plazos, ya hay algunos eventos que anunciaron suspensión incluso los primeros días de abril, por lo que con mayor razón deberán replantearse aquellos que todavía tendrán lugar en marzo.

Sin embargo, el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, Diógenes Orjuela, dijo a Caracol Radio que hasta ahora no se había tenido en cuenta el tema, pero reconoció que se contemplará en una reunión del comité del paro el próximo lunes, donde se tomaría una decisión definitiva.

Esto ya ha sucedido en otras partes del mundo, como en las marchas de la activista sueca Greta Thunberg contra el cambio climático, las cuales se trasladarán a las redes sociales para evitar que las manifestaciones signifiquen posibles focos de contagio.

Greta Thunberg

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Es por esto que la probable reprogramación de la nueva jornada de paro sería inminente; insistir en mantener la fecha dejaría en muy mala posición a los organizadores de la misma por comprometer el bien común, en contra del espíritu de la protesta.

Incluso se puede decir que no tendría sentido continuar con la convocatoria si muchos de los asistentes preferirán no arriesgarse a asistir por la posibilidad de contagio que representan los eventos masivos, lo que haría que el impacto fuera escaso e incluso contraproducente.