Por: El Colombiano

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Este artículo fue curado por Marizol Gómez   Ago 15, 2024 - 9:12 am
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En Medellín se sabe desde hace años que la normativa que exige el retiro del río Medellín y las quebradas para construir es un saludo a la bandera. En las más de 4.200 quebradas que tiene la capital antioqueña lo usual es encontrar todo tipo de construcciones de vivienda que van desde chazas hasta casas de varios pisos a unos pocos metros de importantes y también peligrosos afluentes.

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Desde la alcaldía señalaron que vienen haciendo controles y limpieza de cauces, pero advirtieron que en varios puntos de la ciudad la situación es crítica y miles de personas podrían estar expuestas ante la llegada del Fenómeno de la Niña.

“Todo lo que tiene que ver con los retiros de quebrada, teniendo esta en especial un gran riesgo y es que ahora, se supone que, en el mes de septiembre, empieza el fenómeno de la Niña. En estas zonas de alta pendientes, el crecimiento de estas quebradas es impresionante y las personas que están al lado, están sometidas a un riesgo muy grande”, apuntó el secretario de Gestión y Control Territorial, Juan Manuel Velásquez.

Velásquez recordó que la normativa tanto en zona urbana como rural en Medellín exige zonas de retiro de 10 metros, 20 metros y hasta 60 en el río Medellín y principales afluentes de la ciudad.

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La alcaldía habla de 716 remociones de construcciones en zonas de riesgo este año, así como de labores de limpieza en 27 quebradas para prevenir obstrucciones por residuos sólidos. También señala que adelanta una atención especial a edificaciones cercanas a los afluentes de El Pesebre y La Iguaná. No obstante, ante los riesgos que presenta la ciudad desde hace décadas y que se incrementan en tiempos de lluvias, estas medidas siguen siendo insuficientes.

Estudios adelantados por la alcaldía en años anteriores arrojaron que al menos 16 quebradas en Medellín podrían causar potenciales tragedias en decenas de barrios. La Frisola, la Iguaná, la Malpaso, la Hueso, la Picacha, Altavista, la María, la Madera, la San Pedro, la Peña Liza, la Marucha y la Presidenta son algunas de estas.

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Uno de los grandes problemas de fondo es que desde hace 25 años no se hace una actualización completa del estudio hidrográfico de Medellín, esto en palabras simples quiere decir que hay cientos de quebradas en toda la ciudad cuyo cauce y comportamiento cambiaron drásticamente; que pasan por donde antes no pasaban, que quizás acumularon puntos de represamiento, que fueron desviadas y ahora pasan por debajo de miles de casas sin que en los barrios se sepa, que fueron intervenidas modificando su caudal o ahora desembocan en quebradas donde no deberían desembocar. Todo esto se traduce a graves amenazas contra miles de habitantes.

Según señala el Plan de Desarrollo de Federico Gutiérrez, la falta de datos e información relacionada con el comportamiento de los cuerpos de agua en Medellín, se ha pedido capacidad técnica para la intervención de quebradas pasando de intervención anual de 2.265 metros de quebradas en 2023, a proyectar un mantenimiento de tan solo 1.500 metros durante 2024.

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También advierte que “pesar de los esfuerzos institucionales, el proceso de generación de insumos técnicos para actualizar cartografía solo ha permitido avanzar en la constatación de un 9% de la información secundaria levantada para realizar la actualización cartográfica de la red hídrica”.

La meta que tienen para el cuatrienio para intervenir cauces con acciones de mantenimiento es de 13.000 metros.

Adicional a la intervención en zonas de retiro de quebradas, la alcaldía señaló que ha adelantado trabajos en 65 puntos críticos de construcciones irregulares, enfocándose en zonas de alto riesgo no mitigable y que generen presión sobre laderas y quebradas.

También se han reforzado los sistemas de alertas comunitarias en el Valle de Aburrá. El Sistema de Alertas Tempranas Comunitarios –SATC– fue una idea que gestaron los habitantes de San Antonio de Prado en 2015, una de las zonas más expuestas a movimientos en masa y avenidas torrenciales.

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El objetivo era lograr una combinación entre el conocimiento empírico, de saberes tradicionales de los habitantes en zonas de alto riesgo, con la tecnología de punta coordinada por el Siata: drones, monitores, radares, entre otros. Hoy el Valle de Aburrá tiene 21 de estos sistemas, 11 de estos en Medellín. La meta del Dagrd en Medellín es aumentar de 11 a 40 SATC en los próximos cuatro años y que buena parte del presupuesto irá destinado a seguir fortaleciendo esas capacidades de respuesta de las comunidades.

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