De acuerdo con la información que trascendió la noche de este miércoles, los hechos sucedieron de la siguiente manera. El fotógrafo Gustavo Roa, del diario Q’hubo Bogotá, acudió al barrio Nueva Zelanda a cubrir lo que ese medio llama “un hecho judicial”, y que fuentes consultadas por Pulzo confirman como un suicidio.

Allí, presuntos familiares del difunto los agredieron cuando iban a tomar fotos del hecho, del que, sin embargo, no han trascendido mayores detalles. Esto habría sucedido sin mediar palabra, afirmó la periodista Catalina Puentes, que acompañaba a Roa en su labor y publicó su versión en redes sociales junto a un comunicado del diario donde trabajan.

En esa misiva se dice que, ante la agresión, el fotoperiodista salió corriendo y los atacantes comenzaron a azuzar a la comunidad en su contra, gritando que era un ladrón. Sabiendo que llevaba su cámara, también lo acusaron de habérsela robado.

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Roa dijo a Pulzo que se pudo refugiar en una peluquería, pero lo sacaron  al ver que lo perseguían y lo acusaban de ser un delincuente. Esto pese a que él se identificó como periodista.

Ya en la calle, el joven asegura que lo golpearon brutalmente e incluso lo patearon en el rostro, mientras que Puentes también resultó agredida al intentar defenderlo. “Una mujer le gritó ‘¡sapa!’, otro sujeto la escupió en la cara y enseguida la misma mujer le pegó en el rostro mientras le gritaba groserías”, dice Q’hubo.

Un motociclista que pasaba por allí contó después que se ofreció a llevar al agresor para alcanzar a Roa. En un video compartido por el medio y en redes, asegura que le creyó al agresor cuando le dijo que se trataba de un delincuente.

Cuando se cansaron de pegarle, el periodista dijo que se devolvió a recuperar su cámara y entonces encontró que dos policías del cuadrante habían acudido a ver qué sucedía. Sin embargo, asegura que le pidieron documentos a las víctimas y pretendían que les dieran sus datos a los agresores, a quienes no les habrían dicho nada.

Al final le devolvieron la cámara, pero sin las fotos. Además, un civil que se identificó como policía amenazó a los comunicadores. Este sería el hombre que camina junto a un policía en el video, y que advierte de forma brusca que no lo graben.

Por si fuera poco, Roa terminó con heridas que podrían resultar graves. De acuerdo con Q’hubo, los médicos de la Clínica Shaio lo mantuvieron bajo observación y le practicarían más exámenes pues presentaba hematomas en la cabeza y sangrado por los oídos.

Este jueves podrían conocerse detalles para esclarecer el asunto, pues quedan muchas preguntas al respecto. Por ejemplo, que el hecho que originó todo nunca quedó claro. Además, el medio en cuestión no informó si sucedió dentro de un entorno público, como plena calle, o fue en privado.

En cualquier caso, los presuntos familiares no reaccionaron bien, pero cabe reflexionar sobre los límites de respeto a su intimidad por parte de la prensa. Esto sin soslayar que el suicidio como tal es ya un tema sensible y delicado.

La comunidad, en medio del estado de crispación que vive el país por la inseguridad, parece estar propensa a reaccionar de forma violenta contra hechos como atracos y robos. Muchas veces, busca hacer justicia por mano propia sin respetar el derecho a un proceso justo, o por lo menos preguntarse si las acusaciones contra cualquier persona son legítimas.

También era necesario que la Policía debía esclarecer las versiones de los involucrados. Todavía no está claro si esto sucedió, pero en un principio los periodistas los acusan de no haber sido ecuánimes a la hora de asumir la investigación del hecho.