Martín atravesó Caracas de madrugada en autobús, en metro y a pie para ver la última película de ‘Los Vengadores’. Desafiando la falta de transporte, la inseguridad y el temor a apagones, cientos de venezolanos disfrutaron de un atípico estreno matutino.

La inseguridad y la crisis eléctrica han provocado que las salas de cine suspendan funciones de medianoche, destinadas tradicionalmente a los grandes estrenos, y que las proyecciones se concentren en el día.

Desde 2016 los centros comerciales donde funcionan los cinemas están obligados a usar plantas eléctricas y las exhibiciones se han limitado. Por ello, la fiebre de ‘Avengers: End Game’ obligó a aumentar las funciones y arrancar muy temprano.

¡Es Endgame, por favor! ¡Todo por esta película!“, dijo Martín Montenegro, de 21 años, quien puso como excusa en el trabajo una importante reunión personal para escaparse a ver a Iron Man, Capitán América y compañía.

“Despido seguro”, bromeó mientras esperaba con palomitas de maíz en mano, junto con dos amigos, el cierre de la saga de Marvel, que está destrozando récords de taquilla en varios países.

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Una entrada de cine cuesta poco menos de un dólar. Pese a ser duplicado, según un decreto difundido este viernes, el salario mínimo apenas llega a 7,6 dólares.

Kevin Morillo, de 25 años, se llevó un susto cuando la pantalla se apagó en plena proyección. “¡Se fue la luz!”, susurraron algunos espectadores, pero era el intermedio de la película, constató la AFP.

Los apagones han forzado al régimen de Nicolás Maduro a reducir la jornada laboral y suspender clases, además de activar un plan de racionamiento.

Pero a Jessica González no le importó que sus hijos de ocho y seis años perdieran otro día de escuela. “Por un día que ellos se agarren, no pasa nada”, dijo la cocinera de 33 años entre risas.

Los fanáticos de los superhéroes llegaron al cine antes de que abriera la mayor parte del  comercio, si bien el temor a la delincuencia es permanente en la capital de un país en el que la tasa de muertes violentas multiplica casi por 15 la media mundial.

Ángel Quintero, de 21 años, prefirió no pensar en ello: “Vivimos en uno de los países más peligrosos del mundo, así que no importa la hora, uno se siente inseguro en cada momento“, contó tras llegar a la función.